Esta semanita ha sido tremebunda. Entre algunos desaguisados se lleva la palma de oro el
Esto mientras, a hurtadillas, nos cocinan la “ Ley de Seguridad Ciudadana”, otro de esos platos de mal gusto al que nos tienen acostumbrados. Sólo su mención ya me pone los pelos como escarpias porque cuando se ponen a hacer el mal, se quedan solos, seguro que superan por goleada a Corcuera y su ley de 1992 (vigente) El caso es que Interior prepara un nuevo asalto, si aquella era “la patada a la puerta”, esta va a ser “el zas en toda la boca”. No sé, mira tú que me recuerda a aquella “ley de vagos y maleantes” que aprobada en 1933 y vigente durante el franquismo hasta 1970 que se sustituyó por la de “peligrosidad y rehabilitación social” y a la política de “palo y tentetieso”. Un dato, a Corcuera le costó el puesto, este ni se disculpará, tiempo al tiempo.
¿Pero nos hace falta esta nueva ley? Creo que casi lo que necesitamos es precisamente una ley que nos defienda a los ciudadanos, contra ellos, los abusones que esta vez lo que quieren es arrasar definitivamente con todos nuestros derechos y que ni siquiera podamos quejarnos, al estilo de las mejores dictaduras bananeras.
Es inaudito que ahora nos pretendan podar las libertades y derechos civiles a estos niveles, amordazándonos y encima disfrazándolo con el término “seguridad”, haciéndonos creer (como
¿Es que ni siquiera pueden entender que si nos manifestamos es porque estamos asqueados de que nos tomen el pelo cambiando el nombre a las cosas para robarnos más? Que si no son recortes sino ajustes, que no es privatizar sino “hacer viable” y otras artimañas que nos llevan al borde de la paranoia como aquella de elegir entre colegios y hospitales o televisión pero
Ley de vagos y maleantes 1933