Tengo todos los libros de Dave Eggers traducidos en España. Una historia conmovedora, asombrosa y genial es una maravilla. Guardianes de la intimidad contiene algunos relatos muy buenos y otros endebles, por lo que recuerdo. Los monstruos era un libro extraño, basado en el guión inspirado en el cuento infantil de Maurice Sendak. Y, no sé el motivo, aún no he leído Ahora sabréis lo que es correr ni Qué es el qué, pese a que los compré en cuanto salieron a la venta. Zeitoun es otro tour de force en la carrera literaria de Eggers. Lo catalogan de “libro de no ficción”, pero yo creo que va más allá: podríamos decir que es un pedazo de vida novelizada. Una vida auténtica: la de Abdulrahman Zeitoun, un contratista sirio afincado en Estados Unidos que decide quedarse en Nueva Orleans cuando a la ciudad la sacude el Katrina. Lo que hace Zeitoun, mientras su familia está a salvo a miles de kilómetros, es ayudar a quienes lo necesitan, montado en su canoa: salva a quienes corren el riesgo de ahogarse, echa una mano a quienes requieren auxilio, alimenta a los perros que se han quedado solos en las casas medio anegadas… Hasta que, una semana después, miembros de la Guardia Nacional lo detienen y lo acusan de pertenencia a Al Qaeda, algo totalmente descabellado.
Es una obra muy recomendable. Para empezar, conozco pocas narraciones parecidas a las películas de catástrofes. Además, Eggers cuenta el pasado de Zeitoun en Siria, y los logros de su familia, y salta del Katrina (y la pésima gestión del gobierno de Bush durante la tragedia) al tema del 11-S y el terrorismo y las paranoias que creó el atentado de las Torres Gemelas. Y lo hace mediante fragmentos breves, que enganchan rápido y confirman el talento natural de Eggers como narrador:
Lo que veía, una versión refractada de su ciudad, una visión donde una masa extrañamente serena de agua reflejaba y partía en dos casas y árboles, le provoca un conflicto interior. La novedad del nuevo mundo despertaba al aventurero que llevaba dentro: quería verlo todo, la ciudad entera, lo que quedaba de ella. Pero su contratista interior pensaba en los daños, en el tiempo que llevaría la reconstrucción. Años, quizá una década. Se preguntaba si el resto del mundo podía ver lo que él estaba presenciando, un desastre de escala y gravedad míticas.
[Traducción de Cruz Rodríguez Juiz]