Esta es una novela de ciencia ficción escrita por el autor australiano Greg Egan. Anteriormente he dado mi opinión de otras novelas de este autor, la última que leí fue la antología Artifacts. Esta obra fue publicada en español por Alamut.
La novela anterior a Zendegi fue Incandescence, la cual no leo aun, pero he escuchado que muchas personas se quejaron por la elevada carga de matemáticas y física necesarias para entender la trama.
Así que Zendegi es el único intento del autor de ofrecer una novela soft. O sea, que no este centrada en las ciencias duras. Y puedo decir que es un logro a medias.
En la década pasada Egan se involucró con algunas ONG's que defienden el respeto a los refugiados aborígenes australianos y del medio oriente. Incluso tuvo a algunas personas en su domicilio por varios años, algunos de sus relatos mas recientes reflejan muchas de sus preocupaciones.
Zendegi tiene dos lineas narrativas, la primera es protagonizada por Martin Seymour, un reportero australiano que se ve inmiscuido en la revolución secular en Irán, la cual convierte al país en un estado democrático liberado de las asfixiantes teocracias. Mientras que en Estados Unidos, una joven iraní en el exilio, Nasim Golemi, estudia la forma de mapear el cerebro de los pinzones, con el fin de desarrollar una técnica que permita el estudio del cerebro humano.
La segunda parte del libro se ubica a finales del 2020, Martin tiene una vida en Irán, casado y con un hijo, mientras que Nasim trabaja en una companía de juegos de realidad virtual y se preparan para actualizar su plataforma, Zendegi, con una tecnología capaz de simular cerebros humanos.
Debo admitir que no es la mejor novela de Egan (posiblemente sea la mas aburrida) pero como todos sus trabajos ofrece algunos puntos en los cuales pensar: el mas importante y perturbadoramente realista es este, si se pudiera pasar el cerbero de un obrero a través de la maquina y se pudiera copiar su memoria muscular a un programa (nada de cognición, tan solo los movimientos para ensamblar un objeto) e instalar este "ser humano a medias" en un robot, seria el fin del trabajo como lo conocemos.
Otro detalle en el cual no me gustaría ahondar es que la novela termina en un tono muy oscuro y triste, hubiera esperado algún dejo de esperanza o una victoria aunque fuera pírrica, todo el desarrollo estuvo muy lógico y racional pero innecesariamente deprimente.