DÍA 4: Grindelwald y Zermatt.
De buena mañana bajamos a la zona del bar para desayunar. Éste consistía en un pequeño buffé de tostadas, frutas, dulces y lácteos. Bastante bien. Dejamos el hotel Tell y pusimos rumbo a
Grindelwald, un pequeño pueblo de montaña, paraíso de los amantes del alpinismo y del senderis. Está a unos 20 km de
Interlaken, por lo que si vais bien de tiempo podéis desviaros.
Lo que más me gustó fue los paisajes que que vimos durante la ruta. Montañas, ríos, bosques, pastos... Suiza 100% Hicimos una breve parada en el puente que hay junto al
Holiday Restaurant Lehmatta para hacer unas fotos al río que nos llevaba acompañando buena parte del camino.
Para los que venimos de tierras de secano, el poder contemplar la fuerza y la belleza del agua es algo único. Mereció la pena parar un ratito y disfrutar de unas vistas tan maravillosas.
Grindelwald se encuentra en un valle flanqueado por las impresionantes montañas
Eiger y Wetterhorn. Desde el siglo XIX, muchos turistas, sobre todo ingleses eligen estas montañas para la practica del alpinismo. Para los que os guste el senderismo hay una amplia red de senderos para disfrutar de estupendas caminatas y de espectaculares vistas. Una de las rutas que más aconsejan en la oficina de turismo es la del pico
First. Para ello hay que tomar el teleférico que lleva hasta la cima
(2167m) y desde allí hacer una ruta andando, de unos 50 minutos, hasta el lago
Bachalpsee.
Otra opción que tenéis es ir de compritas (la que elegimos nosotras). A parte de numerosas tiendas especializadas en deportes de montañas hay numerosas tiendas de recuerdos, relojerías y chocolaterías. Estas últimas muy recomendables.
Después de recoger el coche del parking, pusimos rumbo hacia
Zermatt. De nuevo tuvimos una carretera con unas vistas espectaculares pero muy sinuosa y con numerosos ciclistas, lo que hizo complicada la conducción. Aunque lo más emocionante del trayecto fue, que al llegar a
Kandersteg vimos una cola de coches que estaban parados. Al principio pensamos que quizá era un peaje o una especie de paso a nivel pero viendo que allí no se movía nadie fuimos a un bar que había junto a la carretera a preguntar. Allí me explicaron que esto era algo así como una estación del tren que lleva hasta
Goppenstein. Así que acabé comprando un billete (24 CHF) para subirnos a un tren con el coche. Mientras esperábamos le dábamos vueltas a ver cómo íbamos a subir el coche en el vagón. Y por fin, después de 10 minutos de espera llegó el momento. Era una especie de tren plataforma. Subimos el coche y el tren arrancó. Casi todo el trayecto discurrió a través de un oscuro túnel. El tren iba a gran velocidad y los vaivenes dentro del coche eran constantes (a pesar de que el coche estaba bien sujeto al suelo). Fue muy emocionante, la verdad. Sobre todo porque no teníamos ni idea de en qué consistía el viaje.
En unos 20 minutos llegamos ha Goppenstein donde nos esperaba la carretera que nos llevaría a
Täsh. Durante el trayecto, volvimos a disfrutar de unas bellísimas vistas de valles y montañas.
Al llegar a Täsh dejamos el coche en el
parking Rocky, quien por 20 CHF nos guardó el coche y nos subió a Zermatt (en este pueblo solo pueden circular coches eléctricos, por eso tuvimos que dejar el nuestro en el pueblo de antes). Una vez allí, un pequeño taxi nos llevó a nuestro hotel
Mountain Paradise Éste estaba ubicado en la parte alta del pueblo, zona de
Winkelmatten. Tenía unas excelentes vistas al
Matterhorn (Cervino).Después de dejar nuestras cosas en la habitación nos pusimos en marcha de nuevo para coger el tren cremallera. Frente al hotel había una parada de autobús, pero decidimos bajar al centro andando y así podíamos conocer un poco más el pueblo. En unos 15 minutos llegamos a la calle principal donde estaban la mayoría de comercios. Entramos en una panadería para comprarnos unos bocatas para comer.
En la
Gornergrat Bahn (junto a la estación de trenes) compramos los billetes para el tren cremallera, unos 90 CHF cada uno. Muy caro, sí. Pero merece la pena. Para mi fue lo más espectacular que vi de Suiza. Si solo podéis hacer una excursión de este tipo, haced ésta.
Durante el trayecto, el tren hace varias paradas. En la de
Riffelalp (2.211m) hay un bonito y tranquilo resort donde poder descansar disfrutando de unas vistas increíbles del Matterhorn. La siguiente parada es
Riffelberg (2.582 m) que también cuenta con otro complejo hotelero y de restauración. De nuevo las vistas son espectaculares. En la parada de
Rotenboden (2.815m) hay un sendero que lleva al lago
Riffelsee, uno de los más bonitos de Suiza. Llegando a la última parada se ven las vistas más bonitas de todo el trayecto. Por cierto, intentad sentaros en el lado derecho del tren para ver mejor los paisajes.
Durante el recorrido, de 33 minutos de duración, el tren realiza un ascenso total de 1.469m hasta a la cima del
Gornergrat que está a 3.089m.
Ya en la cima, estuvimos dando una vuelta por por la zona del observatorio y del
Kulmhotel. Vimos varias tiendas y un restaurante autoservicio (muy antipáticos los trabajadores, por cierto) donde nos tomamos un té con el Matterhorn de fondo. Sin duda, las mejores vistas de toda Suiza. Fue un placer para los sentidos.
Después, nos visitamos la pequeña capilla dedicada a
San Bernardo de Aosta y seguimos subiendo hasta el mirador, donde pudimos observar las majestuosas montañas de cuatro miles que rodean al Gornergrat. De las que destacan, el
Monte Rosa, la montaña más alta de Suiza (4.634 m), las montañas gemelas
Castor y Pollux, el
Liskamm y el impresionante
glaciar Gorner.
Después volvimos a coger el cremallera para bajar Rotenboden. Desde allí tomamos el sendero y en unos siete minutos llegamos al lago Riffelsee. Muy bonito. Me encantó. Además aproveché para mojarme los pies en sus fresquitas aguas. La única pena fue a la hora de hacer las fotos, ya que el sol estaba detrás a la derecha de la montaña y había un poco de contraluz. Pero, igualmente mereció la pena. Os aconsejo que lo visitéis. Todos los senderos están muy bien indicados con los nombres y la distancia en minutos por lo que es difícil perderse.
Eran ya casi las ocho de la tarde cuando cogimos de nuevo el tren para volver a Zermatt. El trayecto de vuelta fue increíble ya que estaba atardeciendo y tanto el cielo como las montañas adquirieron un todo rojizo espectacular.
Una vez abajo nos fuimos buscamos un lugar para cenar. Había música y mucho ambiente en la calle. No nos quedó del todo claro, pero al parecer había algún tipo de fiesta o festival. A pesar de que era tarde algunas tiendas de recuerdos estaban abiertas por lo que aún pude hacer una comprita de última hora.
Después de barajar varios restaurantes nos decidimos por
Pizzeria Molino, Seilerhaus Zermatt (zona de Bahnhofstrasse). Aunque el servicio camareros dejaba un poco que desear, en general cenamos muy bien. Tienen una terraza muy agradable donde se está de maravilla.
De vuelta al hotel pasamos por el
cementerio (Friedhof) que estaba en un parque, muy próximo a la iglesia
St. Mauritius (Pfarrkirche). Al llegar al Mountain Paradise, después de un paseo de unos 20 minutos nos quedamos observando el Cervino iluminado tímidamente por una tenue luna menguante. Llevábamos observándolo todo el día, pero aún así no nos cansábamos de mirarlo. Antes de entrar al hotel tuvimos una pequeña sorpresa ya que pasó por delante nuestra un ciervo corriendo. Es lo que tiene Suiza. Naturaleza en estado puro.
Aquí os dejo un vídeo y algunas fotos.