Publicado por Rober Cerero
Los sevillanos, los afincados en Sevilla y en general cualquier persona que tenga relación con tan maravillosa ciudad, saben que ésta, para bien o para mal, va por libre. Sevilla es distinta, peculiar, diferente al resto de Andalucía, de España y hasta del mundo entero.
Sevilla es capaz, como su Betis, de lo mejor y de lo peor: de tener edificios y parques Patrimonio de la Humanidad y de alojar asentamientos chabolistas, de criar a las personas con más arte, gracia y simpatía de España (con permiso de los gaditanos, por supuesto) y llevarlos a los mismos bares, colegios y oficinas que los más malajes, saboríos y, por qué no, capullos del territorio nacional. Capaz de montar cientos de kilómetros de carril bici y un monumento vanguardista en pleno centro en pro del cosmopolitismo, mientras mantiene y alimenta el capillismo más rancio y anticuado; de contar con un patrimonio cultural envidiable y admirable… Y de faltarle al respeto de forma descarada a los brotes culturales que empiezan a hacer mella entre su ciudadanía más importante, la que constituye el presente y futuro de la ciudad: la juventud.
Y esto último es lo que Sevilla, representada por su clase -que no casta- política, ha hecho con uno de los fenómenos culturales con más tirón, público e ingenio que ha dado la capital andaluza en los últimos años –música y deportes aparte-: Noche de Repálagos.
Para aquéllos que no sepáis de lo que hablamos, Noche de Repálagos, cuyo nombre, como habréis adivinado muchos, se le debe a esta buena señora:
Noche de Repálagos, como decimos, es una compañía de teatro sevillana que lleva años deleitando al público de nuestra ciudad con su particular micro-teatro, cargado de humor, crítica social y buen rollo, desde diversos locales de Triana, barrio donde surgió la iniciativa allá por 2011.
Con precio simbólico –dos euros- los cientos de asistentes que regularmente acudían a sus funciones encontraban una excusa perfecta para poner en práctica las tres cosas más sanas que pueden existir en esta vida (sexo aparte, aunque más de uno también acababa encontrando sexo, seguro): reírse, beber cerveza y echar un buen rato con los amigos. Además, cenabas bueno, bonito y barato (mención especial a los serranitos y a las tapas del día). Sus funciones eran, por tanto, cita obligada en la noche sevillana, y los llenos absolutos que se registraban semana tras semana así lo demostraban.
Pero, como podéis comprobar, durante el párrafo anterior he estado usando el imperfecto en lugar del presente (venga, un repaso a Lengua de 2º de ESO), porque Noche de Repálagos se vio obligada a echar el cierre a sus funciones trianeras hace más de dos meses, sin que nadie desde el Ayuntamiento haya movido un dedo para evitarlo.
¿Por qué? Pues por culpa de una de esas personas malajes, saborías, y, por qué no, eso otro. Uno de esos seres que rezuman malafollá y que pueblan nuestras calles, en este caso las de Triana. Por culpa de un vecino que se asemeja a un ejemplar de macho cabrío, de esos bien grandes, que no aguantaba el hecho de que un mar de risas y voces perturbasen la paz en los aledaños de su triste y silenciosa Fortaleza de la Soledad trianera, a horas “intempestivas” (entre 23.15 y 23.30 todo había acabado, pero parece que eso no era suficiente).
Pero, para no entrar en el dichoso y sempiterno debate del derecho al ocio vs el derecho al descanso, nos ataviamos con el hábito de la bondad, misericordia y empatía, y le damos la razón al vecino que se asemeja a un ejemplar de macho cabrío, de esos bien grandes. Así, asumiendo que el local de la calle Castilla no era el lugar idóneo para el esparcimiento y jolgorio de la muchachada, o al menos asumiendo que la orden de clausura, emitida por el ayuntamiento a petición de dicho caballero, parecía ser definitiva, la troupe encabezada por Adrián Pino y Nacho León decidió quemar las últimas naves creando el hashtag #zoidohaztederepalagos, que se hizo TT en Sevilla, pero que no sirvió para mantener la sala abierta ni para que les facilitasen una alternativa. Noche de Repálagos cerraba sus puertas, comunicado incluido:
Es más; para rizar el rizo, desde el ayuntamiento -a través del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla-, concertaron diversas reuniones, casualmente en plena campaña electoral, para tratar el asunto. Sin embargo, tras ningunear a la agrupación no sabiendo ni a qué se dedicaban, se deshicieron en promesas valdías. Y, casualmente, en la misma campaña electoral, donde los políticos parecen el genio de la lámpara, desde la oposición –IU y PSOE- se pusieron también en contacto con ellos, interesándose por la situación cual tiburones que huelen la sangre de su presa o, por poner un ejemplo más de la tierra, como cualquier hijo de vecino cuando oye que algo es gratis.
Pero claro, las elecciones pasaron, y las promesas, como suele pasar, cayeron en saco roto. Noche de Repálagos volvía a ser invisible para los políticos. Llegó la caída de Zoido, que ni su graciosa papada pudo amortiguar, y con ella el desenvaine de Espadas –ruego me perdonéis el juego de palabras-; pero la comedia sevillana sigue sin tener un lugar al que llamar hogar.
Y ayer mismo, miércoles 17 de junio, los chicos al completo, con su larga lista de colaboradores, entre los que destacan nombres como los de Rita Iglesias, Fernando Moreno, Manuel Bobis, Esperanza Guardado, Javi Durán, David Pavón, Mercedes Lozano, Juanma Martínez, Rocío Segovia o Tappy ‘el cantautaarl’ (acento de Chiquito de la Calzada), se despidió de una fiel y entregada audiencia en una noche especial que tuvo lugar en la sala Selfie y que congregó a más de 300 espectadores, que demostraron con creces por qué Noche de Repálagos merece seguir en activo, le pese a quien le pese.
Con más escenas de lo habitual, actuaciones musicales y un buen fiestón final, la velada sirvió para agradecer a la audiencia su apoyo, explicar el porqué del cese de las funciones y, lo que casi es más importante: el anuncio de que Noche de Repálagos volverá después del verano, ‘aunque tenga que ser en un descampao’. Y el público lo agradeció de lo lindo: puestos en pie y volcados en un aplauso cargado de sentimiento que duró tres minutos enteros, dejaron claro que ninguna traba política, vecinal o de la madre que parió a panete les iba a arrebatar sus dosis semanales de humor.
Porque ellos son de Repálagos. Porque nosotros somos de Repálagos. Porque Sevilla es de Repálagos.
Y Zoido, Espadas, Susana, Mariano, Merkel, Obama y el Papa Francisco:
#haceosderepalagos, y hacedlo ya, porque Sevilla necesita a Repálagos.