Ahí quedó el tal Jorge Fernández, tipo siniestro, capaz de manejar fiscales y montar conspiraciones desde su despacho ministerial o de recibir a imputadísimos, en secreto, como hizo con su amigo Rato. Un tipo que aparcaba bien gracias a su ángel de la guarda, Marcelo, y que de tanto en tanto le daba por condecorar a Vírgenes como heroínas de quién sabe que suceso. Un elemento meapilas, cuya misión institucional estaba más dirigidas por el Opus-Dei, al que pertenecía, que por el gobierno de M. Rajoy.
Pero, después de haber sufrido, durante cinco años al ministro chupacirios, resulta que va M. Rajoy y decide nombrar a Juan Ignacio Zoido –como premio por haber sido desbancado de la alcaldía de Sevilla— como nuevo ministro del Interior. Y, en poco más de un año, el nuevo ministro ha sido capaz de superar en despropósitos y decisiones arbitrarias a su antecesor. ¡Otro acierto de M. Rajoy!
Porque fíjense ustedes. Para empezar, cuál miembro sectario de un grupo mafioso, con su nombramiento se llevó al ministerio a todos sus colaboradores sevillanos, justo los que le habían ayudado a perder la alcaldía sevillana, como parte de sus colaboradores en Interior, sin tener ninguna experiencia en este Ministerio. De este clan sevillano, destaca por sus decisiones “ejemplares” el director general de Tráfico: Gregorio Serrano. Quién en este corto tiempo ha sido capaz de, bajo la tutela de su capo Zoido, montar dos numeritos de cuidado.
Y es que nada más ser nombrado, al tal Serrano le obsequiaron un ‘pisito’ de la Guardia Civil –sin tener derecho--, al que además le añadieron un presupuesto de 51.000 euros para arreglarlo. Eso sí, el tal Serrano a cambio de que le dejaran el ‘pisito’, ofreció a la Guardia Civil unas instalaciones de la Jefatura de Tráfico. Vamos, sencillito, dinero e inmuebles públicos para uso de este individuo que trata de hacer un trueque como si los bienes de la D.G.T. fueran suyos. Mientras, ahí estaba Zoido para defender a su amigo querido, uno de los miembros del clan sevillano. Afortunadamente, gracias a la opinión publica, el caso no llegó a buen puerto, y el tal Serrano se quedo sin ‘pisito’.
Otra, la más gorda, de todas las que ha hecho el capo sevillano, ha sido el envío de efectivos de orden público del gobierno central a Cataluña durante tres meses. Una broma que nos ha costado a los contribuyentes 87 millones de euros y que ha sido una vergüenza, por su actuación violenta y desproporcionada el primero de octubre y por su inutilidad durante los tres meses siguientes. La llamada operación Copérnico fue capaz de originar cientos de heridos sin cumplir su objetivo primero: Evitar que se celebrara el referéndum. Una represión dura pero ineficaz que sirvió para demostrar la inutilidad de un ministro del Interior, incapaz de cumplir su misión principal y de echar más leña al fuego, a costa de una represión desproporcionada e incontrolada.
En el activo de Zoido debemos añadir la decisión de utilizar una cárcel –la de Archidona-- como ‘depósito de quinientos inmigrantes’ donde uno de ellos ha perdido la vida. Está claro que el ministro confunde a inmigrantes con delincuentes, y por eso ve con absoluta normalidad que los inmigrantes sean encerrados en la prisión, sin haber cometido ningún delito. Yo lo llamaría ‘hipersensibilidad’ negativa, o mejor, simplemente, xenofobia.
Y, de momento por último, queda otra actuación grave que hace del ministro Zoido un ministro incapaz e insolvente. Se trata de las decisiones tomadas la semana pasada, ante la nevada de hace unos días. Y aquí vuelve a entrar en acción el tal Serrano, quién decidió, con una fuerte nevada prevista y con un operación retorno en marcha, quedarse en su Sevilla del alma, para dirigir lo que terminó siendo un caos de proporciones gigantescas, con miles de coches y personas encerradas en una autopista bloqueada, sin que se tomaran las acciones pertinentes ni antes, ni durante el grave incidente. Mientras, el gran responsable del Interior, cumplía con su labor: ver el derbi de fútbol sevillano desde el palco del Sánchez Pizjuán. Eso sí, tranquilo y defendiendo a su amiguete Serrano, ante uno de los más grandes desastres que se han producido en la carretera.
Ahí están, vivitos y coleando, viviendo como ministros, sin pagar sus afrentas y sin que sus arbitrarias y equivocadas decisiones les hayan hecho dimitir. Y es que M. Rajoy les perdona, y si dios les perdona, que podemos hacer los pobres y humildes seres terrenales. Hemos pasado del clan del Opus al clan de los sevillanos, sin un respiro y perplejos. Y ahí quedan apoyados por partidos de la oposición como Ciudadanos (es un decir) y PSOE que siguen con su política de colaboración, con disimulo. Tratando de que parezca que pretenden cambiar algo, sin cambiar nada. Y el PP tan contento, porque recuerda aquello de: “mucho ruido y pocas nueces”. ¡Y a vivir, que son dos días!Salud y República