Lo sé, estoy influenciado, el domingo vi acabar la tercera temporada de Fear the Walking Dead y ayer comenzaba de nuevo la continuación de la octava temporada de The Walking Dead.
Además, como os conté el otro día vi Welcome to Zombieland. Lo que es cierto es que cuando me veo así de influenciado todo me suena a zombie, me huele a zombie. Por todas partes veo posibles refugios, imagino estrategias de supervivencia, etc.
Lo que pasa es que siempre llega un momento en el que me doy cuenta de que en realidad tengo pocas posibilidades de supervivencia, al menos, si me pilla en la calle y tengo que correr. Porque no sé por donde vosotros vivís, pero por aquí está plagado de de runners, equipados de arriba abajo con sus ropas de marca y olores llamativos. Algo perjudicial porque hasta los zombies los verían mejor.
La cuestión es que ante semejante avalancha de runners personajes como yo tenemos pocas posibilidades de supervivencia, a menos claro que tenga un vehículo. Si hoy tuviera que escapar de un zombie, me daría caza en menos de cincuenta metros, eso siendo un abuelete de los que van por la ruta del colesterol caminando a toda leche, porque si fuera un runner dudo que llegara tan lejos.
A veces, durante unos instantes, sobre todo en estas épocas de influencia apocalíptica, pienso en ponerme en forma, en salir a hacer footing. Sí footing, porque yo sería de los que va con su chandal oscuro y una camiseta de publicidad del bar de tu colega o del PRYCA, y esos hacemos footing, para ser runner hay que ir debidamente preparado.
Pero como es normal, la motivación me dura poco y aquí estoy frente al ordenador escribiendo estas líneas y pensando que les hago hoy de comer a los niños, que estos vienen del colegio más hambrientos que un zombíe.
Y tú, ¿eres de running o de footing? se sincero.