Zona de confort, ¿de confort?

Publicado el 12 octubre 2011 por Cluisa


El modo en que nos relacionamos con algunos elementos de nuestra vida cotidiana, quizás tiene que ver  con la forma, en que nos vinculamos con la vida y el mundo que nos rodea.  A fin de cuentas, somos nuestras acciones,  quizás no aquellas epopéyicas que cambian el curso de los acontecimientos, más bien, tal vez  las actividades más simples y sencillas de todos los días, que terminan formando nuestra existencia  de a poco.
Trabajo en un edificio de mas de veinte pisos, la verdad no se cuantos exactamente, porque no los he contado y soy distraída. Mi cubículo se encuentra en el piso nueve, lo más lejos que he llegado es subir  a sacar dinero del cajero que se encuentra en el piso doce, cuando no me ha dado tiempo de hacerlo en la calle. En fin… todos los días como la hora de entrada para la mayoría de los trabajadores de la torre,  es entre ocho y nueve de la mañana, las colas para usar el ascensor son bárbaras, larguísimas, enormes, tanto que se alejan de los predios del edificio ocupando casi toda la calle.
Como consecuencia, la gente puede llegar a las ocho y veinte, faltando diez minutos para la hora de entrada o un poco tarde a las nueve o nueve y veinte, pero siempre se encuentran en sus puestos de trabajo veinte minutos después de la hora en que llegaron en realidad. ¿Por qué? Por el tiempo que les consume  hacer la cola del ascensor, a  nadie se le ocurre que pueden subir las escaleras.
Es materialmente imposible que la mayoría de las personas que hacen esa cola trabajen en los pisos altos, porque fundamentalmente,  las oficinas con mayor número de personal son aquellas ubicadas entre el piso uno hasta el doce. Mas arriba queda la gerencia, la cual tiene menos empleados,   más que todo posee personal en cargos directivos, que son los menos.
Entonces  definitivamente la mayoría de la gente que hace la cola, quizás no tenga que subir muchas escaleras, porque no van al piso 20 o 15, quizás su destino es una oficina en el piso uno o tres, lo que me lleva a preguntarme: ¿Por qué todos esperan el ascensor? ¿Por qué ni una sola persona utiliza las escaleras? ¿Qué motiva esta actitud? ¿La flojera? ¿La costumbre de usar los ascensores porque para eso están?
La vida cuenta por cada pequeña elección cotidiana, cada pequeño hábito que elegimos asumir.
Quizás la espera en la cola  denote la imposibilidad de buscar una opción diferente, poco predecible o rutinaria.
Quizás estamos tan acostumbrados a lo que estamos "acostumbrados" y nos adormilamos tanto, que ya no podemos elegir algo distinto. Hemos aprendido que algo distinto no existe, ni se nos ocurren otras posibilidades gracias a la rutina que te jode las expectativas y te empaña la visión.
Quizás es hora de salir de nuestra zona de confort, abandonar la  cola, explorar las escaleras, subir unos pisos y buscar otros modos de llegar a cualquiera que sea nuestro destino.