En el trabajo que llevamos a cabo los técnicos de prevención detectamos zonas en las que se realizan operaciones rutinarias de frecuencia diaria en las que a veces se menosprecia, por desconocimiento o por inaptitud la posible presencia de zonas con un riesgo potencial elevado. Sobre todo hablamos de aquellas zonas en las que se desconoce el riesgo y por este motivo no se encauzan las medidas adecuadas para prevenir posibles riesgos. En este post hablaré de las zonas de carga de baterías en acumuladores eléctricos de plomo-ácido sulfúrico las que existe riesgo de generación de atmósferas explosivas.
En casi todas las empresas, el traslado de cargas se realiza por medio de la ayuda de maquinaria de manutención eléctrica de cargas bien sea por medio de carretillas elevadoras, transpalets, retráctiles, etc. De facto, es raro ya ver, aunque aún las hay, empresas en las que el traslado de cargas de más de 500 kilogramos se realice por medio de transpalets manuales y la mayoría de ellos se han reemplazado por los eléctricos. El beneficio para los operadores es obvio pues se evitan lesiones por manipulaciones de cargas.
Estos equipos de trabajo, se accionan eléctricamente por medio de baterías que proveen de la autonomía necesaria para su funcionamiento durante las horas necesarias, dejándose en carga por las horas nocturnas para llenarlos de nuevo de carga. Estos equipos van provistos, como he dicho, de baterías de plomo-ácido sulfúrico que durante el proceso de carga, genera un entorno en las inmediaciones que es clasificado como ATEX.
Por este motivo de la peligrosidad intrínseca de las operaciones de carga, estas, se tendrán que evaluar en profundidad con el fin de valorar el potencial riesgo, adoptar medidas de prevención de carácter técnico, organizativo y procedimental.
¿La pregunta básica es que tipo de riesgos hay en la carga de baterías? Los potenciales riesgos, más comunes, derivados de las operaciones que se realizan durante la carga de baterías es el de incendio o explosión, el contacto con la corriente eléctrica durante la conexión y la desconexión de los equipos de carga; el posible contacto y/o proyección de ácido sulfúrico que es altamente corrosivo y en caso de explosión podría provocarse la rotura del recipiente de la batería con el posible riesgo por contacto con la piel u ojos; inhalación de vapores del ácido sulfúrico emanados y que podrían causar quemaduras importantes en el tracto respiratorio de los trabajadores.
Uno de los riesgos más importantes que he mencionado en el párrafo anterior y que por ello se encuentra en primer lugar de la lista, es el del riesgo de incendios o explosiones en las zonas de carga de baterías. La razón de que se produzca esto es porque las baterías de acumuladores eléctricos de plomo-ácido sulfúrico están constituidas por diversos componentes. Básicamente, la batería se trata de un recipiente que contiene un conjunto de elementos formados de placas de plomo negativas y positivas. Las placas se encuentran sumergidas en un electrolito que es una disolución de ácido sulfúrico en agua y que facilita la transmisión de corriente eléctrica. Durante el proceso de carga de la batería, tiene lugar la reacción de electrólisis del agua en la cual se produce un desprendimiento de hidrógeno y oxígeno. Como sabemos, el hidrógenos es altamente explosivo, sobre todo por su acumulación en espacios con escasa ventilación. El oxígeno es además de la molécula necesaria para la vida, el comburente por antonomasia.
Aunque el desprendimiento de estos gases es débil con la batería en reposo o mientras está en uso, es decir durante su descarga, se ha de tener en cuenta que alcanza su valor máximo hacia el final de la carga. Sobre todo, la peligrosidad es muy grande cuando se produce una sobrecarga.
Además de todo lo mencionado, una vez finalizada la carga la batería y desconectada del cargador, se ha de tener en cuenta que el desprendimiento de gases continúa durante más o menos una hora. Por lo que se ha de tener especial precaución ya que, aún estando desconectada, se sigue produciendo un entorno ATEX. Por lo tanto los trabajadores deberían de evitar el uso de posibles focos de calor en la proximidad de la zona de carga.
El hidrógeno, como he mencionado anteriormente, es un gas extremadamente inflamable. Si este elemento, se encuentra en las concentraciones dentro de un rango de inflamabilidad y explosividad en un recinto cerrado, existe el riesgo de explosión ante la presencia de cualquier foco de ignición (trabajo de soldadura, oxicorte, corte con radial, trabajos de impacto generadores de chispa, colillas entre otros.
Las zonas de cargas de baterías liberan hidrógeno gas, que puede generar atmósferas explosivas tal y como se ha explicado anteriormente sobre todo para evitar accidentes indeseables y dar respuesta a la exigencia legal. Por todo ello se han de evitar los riesgos creados en dichas zonas ATEX. Las empresas que tienen estas zonas de carga de baterías, tienen dos posibles caminos a adoptar.
El primero es dotar a la zona de elementos antideflagrantes homologados para entornos ATEX. La buena noticia es que las actuales carretillas elevadoras que se venden en el mercado son antideflagrantes. Los componentes eléctricos, como el motor, sensores el sistema de control, interruptores y pantallas están protegidos mediante diversos tipos de protección contra ignición por chispas. Además, los elementos mecánicos especialmente problemáticos por los impactos y fricciones que generan chispas, están perfectamente protegidos. De esta forma se evita eficazmente la formación de chispas en los frenos, los brazos de horquilla, y el sistema hidráulico. Los componentes de plástico, como las alfombrillas y las ruedas, están protegidos contra indeseadas cargas electrostáticas. Además, un sistema de monitorización de la temperatura se encarga de mantener las temperaturas bajo el límite máximo incluso a plena carga con el fin de evitar sobrecalentamientos que podrían provocar incendio. Si además de ello las lucernarias en la proximidad son las adecuadas y protegidas para instalaciones de atmósfera ATEX, el riesgo estaría bastante acotado.
Otro camino a seguir podría ser el disponer de una adecuada ventilación de la zona y contar con un oportuno perímetro de seguridad, para así desclasificar la zona. No obstante si se quisiera desclasificar la zona de carga de baterías, se debería de cumplir a rajatabla las especificaciones legales indicadas en las normas UNE-EN españolas o, sin un carácter vinculante otros documentos como las NTP (Notas Técnicas de Prevención). En la primera tenemos la UNE EN 62485-3:2015. “Requisitos de seguridad para las baterías e instalaciones de baterías. Parte 3: Baterías de tracción.” Dentro de NTP tenemos la NTP 617: “Locales de carga de baterías de acumuladores eléctricos de plomo ácido-sulfúrico.” También se pueden consultar normas alemanas como la DIN VDE 0100, DIN VDE 0165, DIN VDE 0166.
Las explosiones en la industria puede aparecer en cualquier empresa donde se manipulen sustancias inflamables y/o combustibles. El R.D. 681/2003 y su guía de aplicación, forman parte del desarrollo reglamentario de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales para su aplicación en lugares de trabajo donde fuera posible la formación de atmósferas explosivas. El empresario tiene la obligación de elaborar y mantener actualizado un “Documento de protección contra explosiones” (DPCE) en aquellas instalaciones susceptibles de tener riesgo de formación de atmósferas explosivas, de acuerdo con el Artículo 8 del R.D. 681/2003 sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores expuestos a los riesgos derivados de la formación de atmósferas explosivas en el lugar de trabajo. El Documento de Protección Contra Explosiones debe realizarse siempre que exista riesgo de formación de una atmósfera explosiva potencialmente peligrosa, es decir, siempre que haya sustancias inflamables y/o combustibles en la empresa en forma de gas, vapor, niebla o polvo que puedan mezclarse con el aire en cantidades peligrosas.
Por lo tanto si la empresa no consigue desclasificar esta zona, debería de tener en cuenta todos los requisitos legales exigidos en materia de prevención de riesgos, disponer de las instalaciones acondicionadas, acotadas y señalizadas y mantener a los trabajadores instruidos de los riesgos que conlleva el trabajar en la proximidad de estas zonas en las que se tiene un peligro ATEX.
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