Hay imágenes que valen más que mil palabras y una de ellas, sin duda alguna, es la fotografía del alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre, su predecesor en el cargo, Odón Elorza, y la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, felicitándose conjuntamente por la elección de la ciudad guipuzcoana como capital cultural en el año 2016. Es un síntoma de normalización y convivencia plural la participación de todas las fuerzas políticas en la celebración de una buena noticia para Donostia, que une sensibilidades distintas que comparten una misma satisfacción por un reconocimiento merecido. Tengo la convicción de que el resto de ciudades españolas que optaban a la capitalidad cultural -Burgos, Segovia, Las Palmas, Zaragoza y Córdoba- también han trabajado duro para hacerse con el triunfo, pero ello no justifica sus críticas a Donostia y menos aún los argumentos utilizados para desacreditar a la capital guipuzcoana por estar gobernada por Bildu. El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Becholl, la ex alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, hubieran hecho mejor en estar callados, felicitar a la ciudad ganadora y demostrar con su actitud que saben perder con dignidad.