Revista Espiritualidad

13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV

Por Ktikaa @XKRedes
No es la alegría lo que mata el espíritu si no la ausencia de esta.
13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV
Cuando una mujer no es conciente del hambre que padece y de las consecuencias de utilizar vehículos y sustancias que llevan a la muerte, se pone a "bailar" y ya no se detiene. Tanto si se trata de cosas tales como pensamientos negativos crónicos, relaciones insatisfactorias, situaciones ofensivas,
drogas o alcohol, todas ellas pueden ser como las zapatillas rojas, de las que cuesta mucho arrancar a una persona una vez se han apoderado de ella.



En esta adicción compensatoria a los excesos, la reseca anciana de la psique
desempeña un destacado papel. Para empezar, estaba ciega. Luego se pone
enferma. Permanece inmóvil y deja un vacío total en la psique. Al final, se muere
del todo y no deja ningún territorio a salvo en la psique. Ya no hay nadie que
haga entrar en razón a la psique entregada a los excesos.
13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV
Las personas que se sienten atraídas y arrastradas por las zapatillas rojas
siempre creen al principio que cualquier sustancia a la que sean adictas será de
alguna manera su gran salvación. A veces ello les hace experimentar una extraordinaria
sensación de poder o una falsa sensación de poseer la energía suficiente
para permanecer despiertas toda la noche, dedicarse a crear hasta el amanecer
y pasarse horas y horas sin comer. Quizá les permite dormir sin temor a los demonios,
o les tranquiliza los nervios, o las ayuda a no preocuparse tanto por las
cosas que las preocupan o tal vez las ayuda a no querer amar ni ser amadas
nunca más. Sin embargo, su adicción al final sólo crea, tal como vemos en el
cuento, un borroso fondo que gira vertiginosamente sin dejarnos vivir realmente
la vida
.








Es posible que experimente tentaciones suicidas y que se mate accidentalmente

o de manera deliberada. Pero lo más probable es que la mujer se sienta
muerta. Que no se sienta ni bien ni mal; simplemente que no sienta nada.




¿Qué ocurre por tanto con las mujeres cuando sus vibrantes colores psíquicos
se confunden? ¿Qué ocurre cuando se mezclan el escarlata con el zafiro y
el topacio? Los artistas lo saben. Cuando se mezclan los colores vibrantes se obtiene
un color terroso. Pero no de tierra fértil sino de una tierra estéril, incolora y
extrañamente muerta que no emite luz. Cuando a los pintores les sale un color
terroso en la tela tienen que volver a empezar desde el principio.

13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV

por Taure Alonso +





13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV




Ésta es la parte más difícil; es el momento en que se tienen que cortar los
zapatos. Duele separarse de una adicción a la autodestrucción. Nadie sabe por
qué. Cabría suponer que una persona capturada tendría que lanzar un suspiro
de alivio tras haber doblado esta esquina. Lo más lógico sería pensar que se ha
sentido salvada justo en el momento preciso. Cabría pensar que se alegra, pero
no es así. En su lugar, se acobarda, oye un rechinar de dientes y descubre que es
ella la que hace aquel ruido. Tiene la sensación de que está sangrando, aunque
no haya sangre. Pero sí hay dolor, esta separación, este "no tener un pie en el que
apoyarte" por así decirlo, este no tener un hogar al que regresar es justo lo que se
necesita para empezar de nuevo, para empezar de cero, para regresar a la vida
hecha a mano, esa que creamos con conciente cuidado cada día.


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La ocasión de observar el comportamiento de las restantes mujeres que
conservan los instintos intactos es esencial para recobrar el instinto. Al final, el
hecho de prestar atención, observar y comportarse de una manera integral se
convierte en una pauta con un ritmo determinado que se practica y se aprende
hasta que vuelve a convertirse en automática.
Si nuestra naturaleza salvaje ha sido herida por algo o por alguien, nos negarnos
a echarnos al suelo y morir. Nos negamos a normalizar esta herida. Recurrimos
a nuestros instintos y hacemos lo que hay que hacer. La mujer salvaje es
por naturaleza vehemente y talentosa. Pero, como consecuencia de su alejamiento
de los instintos, es también ingenua, está acostumbrada a la violencia y acepta
sumisamente la expatriación y la exmatriación. Los amantes, las drogas, la bebida,
el dinero, la fama y el poder no pueden reparar demasiado el daño que ha sufrido.
Pero sí puede hacerlo un gradual regreso a la vida instintiva.


13 Lunas -mujeres que corren con los lobos IV
El hecho de tener presuntas
amigas que sufren las mismas heridas pero no experimentan el sincero 
deseo de curarse es una trampa y un veneno. Esta clase de amigas suele animar
a las demás a comportarse de manera escandalosa fuera de sus ciclos naturales y
sin la menor sincronía con las necesidades de sus almas.




Una de las cosas más importantes que podemos hacer es entender la vida,
cualquier manifestación de vida, como un cuerpo viviente en sí mismo, que respira,
renueva sus células, cambia de piel y se desembaraza de los materiales de desecho.
Sería una estupidez pensar que nuestros cuerpos no producen materiales
de desecho más de una vez cada cinco años.
Sería necio creer que, por el hecho de haber comido hoy, mañana no estaremos
hambrientos.
Y también sería estúpido creer que, una vez resuelta una cuestión, la
habremos resuelto definitivamente, y, una vez aprendida una cosa, siempre seremos
concientes de ella. No, la vida es un gran cuerpo que crece y disminuye en
distintas zonas y a distintos ritmos. Cuando nos comportamos como el cuerpo,
trabajando con vistas al nuevo desarrollo, abriéndonos paso entre la mierda, respirando
o descansando, estamos muy vivas y nos encontramos en el interior de
los ciclos de la Mujer Salvaje. Si consiguiéramos comprender que nuestra tarea
consiste en seguir realizando la tarea, nos sentiríamos mucho más orgullosas y
estaríamos mucho más tranquilas.


Es posible que, a veces, para conservar la alegría tengamos que luchar por
ella, renovar nuestras fuerzas y combatir a tope en la forma que consideremos
más sagaz. Para preparar el asedio puede que tengamos que prescindir de las
comodidades durante algún tiempo, Podemos pasarnos sin la mayoría de las cosas
durante prolongados períodos de tiempo, podemos prescindir prácticamente
de todo menos de nuestra alegría, de nuestras zapatillas hechas a mano.
El verdadero milagro de la individuación y la recuperación de la Mujer Salvaje
consiste en que todas iniciamos el proceso sin estar todavía preparadas, sin
haber cobrado la suficiente fuerza y sin saber 1 'o suficiente; iniciamos un diálogo
con los pensamientos y los sentimientos que nos cosquillean y retumban como
truenos en nuestro interior. Contestamos sin haber aprendido el lenguaje y sin
conocer todas las respuestas, sin saber exactamente con quién estamos hablando.
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"El que 
no sabe aullar no encontrará su manada." (208)




La vuelta a casa: El regreso a sí misma




Hay un tiempo humano y un tiempo salvaje. Cuando yo era pequeña en los
bosques del norte, antes de aprender que el año tenía cuatro estaciones, yo creía
que tenía varias docenas: el tiempo de las tormentas nocturnas, el tiempo de los
relámpagos, el tiempo de las hogueras en los bosques, el tiempo de la sangre en
la nieve, los tiempos de los árboles de hielo, de los árboles inclinados, de los árboles
que lloran, de los árboles que brillan, de los árboles del pan, de los árboles
que sólo agitan las copas y el tiempo de los árboles que sueltan a sus hijitos. Me
encantaban las estaciones de la nieve que brilla como los diamantes, de la nieve
que exhala vapor, de la nieve que cruje e incluso de la nieve sucia y de la nieve
tan dura como las piedras, pues todas ellas anunciaban la llegada de la estación
de las flores que brotaban en la orilla del río.
Las estaciones eran como unos importantes y sagrados invitados Y todas
ellas enviaban a sus heraldos: las piñas abiertas, las piñas cerradas, el olor de la
podredumbre de las hojas, el olor de la inminencia de la lluvia, el cabello crujiente,
el cabello lacio, el cabello enmarañado, las puertas abiertas, las puertas cerradas,
las puertas que no se cierran ni a la de tres, los cristales de las ventanas
cubiertas de amarillo polen, los cristales de las ventanas salpicados de resina de
árboles. Nuestra piel también tenía sus ciclos: reseca, sudorosa, áspera, quemada
por el sol, suave.
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La psique y el alma de las mujeres también tienen sus propios ciclos y estaciones
de actividad y soledad, de correr y quedarse en un sitio, de participación
y exclusión, de búsqueda y descanso, de creación e incubación, de pertenencia al
mundo y de regreso al lugar del alma. Cuando somos niñas y jovencitas la naturaleza
instintiva observa todas estas fases y ciclos. Permanece como en suspenso
muy cerca de nosotras y nuestros estados de conciencia y actividad se producen
a los intervalos que nosotras consideramos oportunos.



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Artista  Tomas Taure Alonso








Textos Libro Mujeres que corren con los Lobos de Clarissa Pinkola Estés
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