Revista Educación

A mi edad, ya ves

Por Siempreenmedio @Siempreblog
A mi edad, ya ves

A mi edad, en el momento en que menos tiempo recuerdo haber tenido para mí y mi vida va a golpe de calendario fijo sin casi ni un hueco en blanco, me ha dado por estudiar. Soy así, ya ves, incongruente con la realidad que me acompaña. Y sabiendo que me metía un poco en la boca del lobo (tampoco estoy haciendo un máster ni aspiro a ser catedrática de nada), mantuve mis intenciones algo secretas para mi entorno, hasta que el primer día me entró tal acojono que lo solté en plan a ver si me lanzaban un flotador en los momentos de desesperación (que los habrá). Y abierta la veda pues ya me liberé e hice público el secreto.

−Pero hija, ¿y cuándo pensabas decírnoslo?

Pues la idea era contarlo cuando lo hubiera acabado y aprobado, triunfante, orgullosa de trabajar, estudiar, cuidar niñas, dormir lo justo y necesario, comer, conducir, hablar por teléfono, tontear con el móvil... leer... ¿dije leer? ¡Oh, cielos, todavía sueño con leer sin caer liquidada a los 5 minutos!

Pero me entró un pánico terrible al fracaso −pero si es un curso online, Naima, no estás opositando a Notaría− y pensé que si lo contaba la carga sería como más liviana, que no quiere decir que vayan a estudiar por mí, y aprobar menos, pero igual al compartir la responsabilidad se me hacía más llevadera y se me abría la mente para despejar la equis de la ecuación. ¡Dios mío, yo eso lo hacía en el instituto, y hoy me di cuenta de que no sé para qué lado hay que despejarla!

Así que a mi edad, ya ves, he decidido complicarme un poco más la vida. Quién sabe si una vez despejada la equis recuerdo cómo se hacían las raíces cuadradas. Tal vez con una materia nueva que sacar adelante deje de soñar con angustia que aún me queda una asignatura para acabar la carrera, aquella que acabé en 1997.


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