A por el 2022.

A principios del año 2020, el 22 de enero para ser exactos, antes de la vorágine de la pandemia, escribía un post con la idea de encarar el año con alegría. No tenía ni puñetera idea de lo que se nos venía encima. El 2020 fue un vapuleo. Luego, como somos así, pensábamos que el 2021 sería diferente. Y, bueno, lo ha sido en algunos aspectos, pero, repasando el año, yo le veo mucho tufillo a 2020. Les contaría que me han pasado muchas cosas buenas en el 2021, que no me puedo quejar (al revés), pero ya no me creo ni a mí misma, que tiro a ser positiva ante las desventuras.

Este es mi último post del año, un año en el que he estado parcialmente ausente de este blog porque me pasé unos meses haciendo "cosas" y mi cabeza no daba para mucho más. Ha sido, eso sí, un año agotador. Y la sensación es de que todo el mundo tiene ese cansancio de fondo, esa pátina, aún en el mejor de los casos, de ligera tristeza a veces casi imperceptible. Como una niebla invisible que no deja entrar la luz.

Solo puedo decirles lo que le digo siempre a mis gentes más cercanas: rodéense de gente buena. El resto va a ser batallar contra cosas que, muchas veces, no podemos controlar. Eso sí, lo que esté en nuestra mano mejorar, por mí, que no quede.

A por el 2022.

P.D.: Por lo que más quieran, sigan teniendo cuidado, aún nos queda trecho para salir de esta. Y yo quiero ser una punki defensora de los derechos de las personas ancianas (vamos, que quiero llegar a vieja) con ustedes a mi vera.