Revista Cultura y Ocio

Adulterio y divorcio en la antigua grecia

Por Diana Cabello Muro @Didymyself
Imagen: El matrimonio en Atenas¹Imagen: El matrimonio en Atenas¹
El hombre griego se casaba por practicidad más que por amor. Al hilo de lo que hablaba en el post sobre el origen del sometimiento de las mujeres, los hombres de la antigüedad griega se casaban para poder tener hijos legítimos que continuasen la familia y le asegurase cuidados en la vejez, pues Atenas establecía penas penas muy duras para que ellos hijos que desatendían a sus padres. 

Jenofonte decía:"No supongas que los hombres engendramos hijos por placer sexual. Si fuera por eso, las calles y las casas están llenas de medios de satisfacerlos" (hablaba de las prostitutas, claro), y también se les permitía tienes relaciones con esclavas, concubinas concubinas y cortesanas. Mientras, la honestidad de las esposas, mujeres decentes, se guardaba celosamente en los gineceos, es decir, que vivían recluidas completamente en casa y solo podían salir para los oficios religiosos. Cosa ya bien sabida. No obstante, estas mujeres vivían bastante ignoradas por sus maridos, situación que aprovechaban los donjuanes para seducirlas sirviéndose de alcahuetas pues tenían mayor libertad para entrar en las casas y ganarse los favores de la mujer casada.Parece ser que el adulterio fue bastante común en Atenas a pesar de los riesgos que conllevaba. Las mujeres adulteras eran repudiadas y quedaban excluidas de las ceremonias religiosas por lo que no podían entrar en templos ni santuarios; y sus seductores tenían que pagar fuertes multas, eso si el marido no se los cargaba si los pilla in flaganti ya que estaba amparado por la ley para hacerlo. Leyes y costumbres que continuaron en la Edad Media y que se recoge en los diferentes fueros castellanos, por ejemplo. Antistenes decía: "De qué peligro podía haberse librado por el precio de un óbolo" (el precio de una prostituta barata en el Pireo, el puerto ateniense). Sobre este tema y a modo de inciso curioso, Solón, uno de los grandes reformadores de la política de Atenas, decidió abrir en el Pireo multitud de burdeles de propiedad estatal donde prostituían a las esclavas traídas de fuera del Ática, con el fin de calmar la "fogosidad" de los jóvenes atenienses. Esto último también se hacía en la Castilla medieval, había multitud de burdeles cuyo propietario era el ayuntamiento local. Por lo que se puede ver que el adulterio esta bien para unos, pero fatal para otras. Obviamente, nada nuevo. Pero el divorcio si supone una diferencia. Se podía conseguir fácilmente por mutuo acuerdo o a petición de uno de los cónyuges, y lo mejor es que no suponía estigma social alguno. Simplemente el marido hacía volver a la mujer con sus padres. En cambio, la mujer debía recurrir a su padre u otro hombre de su familia para que llevase la petición de divorcio ante un magistrado. Una vez completado el proceso de divorcio la mujer tenía plena libertad para volver a casarse. La única pega es que -y de nuevo, obviamente- la descendencia quedaba bajo la potestad del padre, cosa que ha estado ocurriendo hasta hace bien poco, al menos en occidente. Hubo ocasiones, incluso, que era el propio marido quien se ocupaba de casar de nuevo a la mujer. Como parece ser que hizo el mismo Pericles, padre de la democracia ateniense, con su esposa cuando la abandonó para irse a vivir con Aspasia. De todo esto se desprende un par de cosas:La mujer podía pedir el divorcio y conseguirlo y después volver a casarse. Y aún así, pocas veces tenía potestad propia para hacer valer su voluntad. Al menos las mujeres 'decentes'. Ya sabemos que las hetairas lo tenían, quizá, algo mejor.Fuentes:Duby, George & Ariés, Philippe (Coords.): Historia de la vida privada. Tomo 1. Ed. Taurus, Barcelona, 2017.¹Murcia Ortuño, Fco. Javier: "La Atenas de Pericles", en 𝘕𝘢𝘵𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭 𝘎𝘦𝘰𝘨𝘳𝘢𝘱𝘩𝘪𝘤, n°55, pp. 56-67.Perrot, Michelle & Duby, George (Coords.): Historia de las mujeres. Tomo 1. Ed. Taurus, Barcelona, 2018.Pomeroy, Sara B.: 𝘋𝘪𝘰𝘴𝘢𝘴, 𝘳𝘢𝘮𝘦𝘳𝘢𝘴, 𝘦𝘴𝘱𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘺 𝘦𝘴𝘤𝘭𝘢𝘷𝘢𝘴. Ed. Akal, Madrid, 1999.Zinsser, Judith & Anderson, Bonnie: Historia de las mujeres. Una historia propia. Ed. Critica, Barcelona, 2015.



Volver a la Portada de Logo Paperblog