Revista Educación

Allá tú

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Allá tú

Me pasa a diario. Al menos una vez. Circulando en moto o en coche compruebo que hay gente que está viva a pesar de ellos mismos. Cruzan la calle mirando el móvil, con el semáforo en rojo, con el semáforo en rojo mirando el móvil. Atraviesan cruces sin levantar siquiera la vista. Caso real: un ciclista que entra en una rotonda saltándose el ceda mientras con la mano derecha manipula su móvil. Y está vivo, él no se ha dado cuenta, por mis frenos. Todos ellos viven gracias a la atención ajena, la que prestamos otros conductores (no todos, sí la mayoría) para mantenerlos a ellos enteros y a nosotros tranquilos (que un poco por egoísmo también se hace). Y no son conscientes. Continúan su marcha inadvertidos, imperturbables. Si alguna de sus moléculas intuyera qué acaba de ocurrir, disfrutarían al menos de un pequeño sobresalto. Pero ni siquiera.

Toda esa gente, supongo, sale por la mañana de casa con el día planificado. Y en sus planes no está morir atropellado en un cruce. Y como no lo han planeado, actúan en consecuencia. Not today, se repiten, y tiran palante sin miedos.

Otras cosas que uno no escribe en la agenda del día es sufrir una pandemia. O pillar un tumor. Sales de casa con la cabeza llena de otras preocupaciones más o menos prosaicas, pero sí más urgentes. Y actúas en consecuencia. Organizas tus ingresos, tus gastos y priorizas. Y ahí no está el tumor ni el virus potencialmente letal. Están los impuestos, sí, que una vez al año con el IRPF, o cada mes si consultas la nómina, o en cada tique de caja si eres de los que lo revisan, te amenazan con sus porcentajes. Putos impuestos, dices a veces, o continuamente, cuando te toca pagar, que es siempre. Putos impuestos. Y continúas tu jornada, con tu agenda y tus pagos y tus deudas y tus prosaicas preocupaciones del día a día y todas las cosas que podrías pagar si no te frieran con impuestos.

Imagino que algún día, cuando llegue una pandemia o un cáncer, cuando sea necesario (para ti, no para algún conocido más o menos cercano que al fin y al cabo no te atañe) tener un tratamiento carísimo y unas camas de hospital preparadísimas y unos médicos bien nutridos y motivados, tienes pensado preocuparte. Es posible que en alguna parte de la agenda hayas escrito como un propósito a cumplir: pudrirme en pasta. Y llegado el día, el dinero, que lo puede todo, te salvará. O alguien ahí fuera. Un salvador mágico que se encarga de tus cosas. Como el conductor que se preocupa por tu vida más que tú mismo y frena a tiempo. Algo tendrás preparado para cuando se aproxime la muerte inminente. A ti no te van a pillar desprevenido. Eso no ocurre.

Allá tú. Pero no toques las pelotas al resto. Mira al cruzar. Y paga.

Allá tú

Volver a la Portada de Logo Paperblog