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Ausencias

Por Clochard
Ausencias Estoy convencido de que en mi casa ocurren sucesos paranormales. Yo jamás he creído en esas cosas, me considero un hombre cabal y sólo creo firmemente en Dios padre, pero los acontecimientos me obligan a convencerme de que algo extraño acontece en mi, hasta ahora, feliz hogar.
Todo comenzó esta mañana, me desperté insólitamente tarde tras un sueño profundo y espeso, el despertador no sonó a la hora indicada como cada mañana. Me encontraba embotado y con dolor de cabeza y noté como un ligero vacío, una falta de peso en la cama. Tuve que salir corriendo hacia el trabajo con la sensación de que algo no marchaba bien, era como si me olvidase de algo, como si faltara algo...
En el trabajo todo transcurrió con normalidad, los pedidos e informes, el mal humor de Molina, las bromas a Alicia y Raquel, las cervezas de después del trabajo con Menéndez y Solís, lo de todos los días. Fue al regresar a casa cuando de nuevo comenzaron a suceder cosas muy extrañas. Me metí en la ducha y al salir no me esperaba como siempre ropa limpia y recién planchada, aquello era terroríficamente sorprendente, me vi obligado a recorrer desnudo la casa (tampoco habían toallas limpias) y abrir el mueble ese dónde está la ropa, me vestí con lo que pude y sin ropa interior ya que, aunque resulte increíble, todas las mudas aparecieron mojadas dentro de ese artilugio blanco con un plástico redondo y transparente. Más tarde me senté en mi sillón y en la mesa no estaba mi cerveza fresca de siempre y el correspondiente plato de aceitunas. Pero eso no fue todo, esperé y esperé y no apareció ningún plato de comida caliente, ni cubiertos, ni servilletas, ni nada...
Estaba terriblemente asustado y hambriento, la televisión no se encendía sola y el mando parecía haber desaparecido por arte de magia. No sabía ya que hacer y empezaba a oscurecer y mi miedo aumentaba. Decidí ser valiente para no morirme de hambre y me adentré en aquella extraña habitación que creo que se llama cocina. El espectáculo era aterrador, los platos sucios se acumulaban por todas partes, el fregadero estaba a rebosar de cubiertos y vasos  a los que alguna maligna fuerza había privado de su antiguo brillo. El suelo de toda la casa y los muebles estaban cubiertos de un polvo demoníaco. Me pregunté que clase de ente terrible era capaz de realizar tal cosa.
Ahora es casi medianoche y tengo hambre, sed y mucho miedo. No lo podrán creer pero en la nevera no había ninguna cerveza fresca, de hecho estaba vacía y sólo había un huevo. Llevo horas mirándolo, tratando de averiguar cómo demonios eso se convierte en eso otro comestible. Acabo de tener una visión, tal vez Dios haya decidido echarme una mano después de todo. Creo recordar, sí, me viene una imagen aunque borrosa, me levanto, vuelvo a la cocina y me detengo ante ese otro mueble con cuatro círculos de distintos tamaños, levanto uno y debajo hay un agujero, meto el huevo dentro, ahora echo también una cerilla. Sé que el gas está abierto, lo huelo...

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