Revista Religión

Benedicto XVI habla sobre la fuga de documentos del Vaticano y critica las deformaciones de los medios

Por Noblejas

Benedicto XVI menciona hoy la fuga de documentos del Vaticano y critica el modo en la que los medios de comunicación hablan de ella, mientras confirma su confianza en sus colaboradores. 

Sin entrar a juzgar las entretelas conocidas del asunto, llama la atención que sea el mismo Papa quien se plante ante la opinión pública mundial -al hacerlo ante los fieles que an asistido a la audiencia general de hoy, miércoles- como garante de quienes colaboran con él. Y -eso sí, hay que notar la salvedad- lo hacen con fidelidad, sacrificio y silencio.

Es todo un gesto de gallardía que le honra, y que en cierto modo recuerda aquella Carta de Benedicto XVI a los obispos: Amor herido que no esconde su amargura y soledad...

Bien es cierto que no deja de hablar -en los breves párrafos leídos- de su dolor, de las debilidades humanas, las dificultades, las pruebas sufridas, las intromisiones, etc. que suponen y acompañan los sucesos que implícitamente se mencionan.

Queda por destacar que el Papa acusa -con suaves palabras- el papel desempeñado en esto por los medios de comunicación. Sin duda que el eco global que han tenido esas vicisitudes, viene de la mano de su amplificación por los medios de comunicación pública, yendo gratuitamente más allá de los hechos, aún no bien públicamente conocidos. 

Con todo, resulta plausible que ha habido graves abusos de esa misma confianza, y que la situación es en sí misma sorprendente y grave, en la medida en que haya sido el mismo Benedicto XVI quien personalmente haya tomado cartas en el asunto, diciendo lo dicho.

Porque da a entender o al menos parece que no basta que el Director de la Oficina de Prensa, padre Federico Lombardi, o el Secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarsicio Bertone, hagan una declaración semejante. O que no baste con la entrevista (o declaraciones) en “L'Osservatore Romano” del arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado.

 

Ayer mencioné -a propósito de otro asunto- a Benedicto XVI hablando de los "tiempos de confusión" en que vivimos la misma experiencia de Babel...

Decía que sigo pensando que con la deriva que toma la dramatización del periodismo, con sus escándalos farisaicos y con sus "exclusivas" generadas por intereses partidistas, es posible que algo se recupere la crítica economía de las empresas de comunicación o salga bien pintada la ideología partidaria de algunos medios.

Decía que no está de más saber que eso sucede casi siempre a expensas de hacer justicia, cuando menos al buen nombre de las personas, y también a expensas de la presunción de inocencia (tan traída a colación en asuntos judiciales) de esas mismas personas que se implican en tales escándalos y exclusivas periodísticos. 


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