Revista Educación

Cada tarde

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Cada tarde

Cada tarde, pasan horas guarecidos en la wifi de la Casa de la Cultura de Santa Cruz de Tenerife buscando el cariño, la cercanía, el amor, la compañía... Un poco de lo suyo entre mucho de lo nuestro. Allí, en el césped del Parque la Granja, unas veces son más, y otras son menos, pero nadie sabe cómo van y vienen ni a dónde. A veces son los mismos, aunque hace mucho tiempo que cada día son otros, en masculino. Ya no hay mujeres ni niños. Lleva tiempo sin haberlas. Antes sí había.

Están solos o en grupos pequeños, pegados a la pared que los separa del edificio, ensimismados en su móvil y en la búsqueda de señal, hablando, con su mascarilla... El único nexo que les une a la realidad que les rodea es la sonrisa que se trasluce en su mirada cuando alguna de las personas que pasa intenta decirles con su expresión aquí estoy, pero sin estar. No hay mezcla, no hay vínculo más allá de esa wifi que los ancla a un lugar que no es el suyo y al que han llegado sacrificándolo todo.

En sus ojos se traslucen tantas cosas que es imposible describirlas todas. Nosotros no podemos hacerlo; no hemos vivido nada parecido, ni siquiera cercano. Duele el estómago solo al mirarlos y pensar en sus noches y sus días en medio del océano en una embarcación de madera, solos entre muchos, con el miedo al que les obliga sus sueños.

Cada tarde

Esos sueños aparecen en su cara cuando dejan el móvil y pasean viendo el día a día de skaters, corredores, familias... Todo aquello que forma parte de nuestra cotidianidad y de su deseo, y que no saben si algún día podrán tener.

Esta tarde volverán a estar pegados a la valla buscando wifi. Intentado saber cómo seguir adelante o si les dejarán seguir adelante. Solos en grupo apurando hasta el último instante para una última llamada, un último mensaje, una última videoconferencia que quizás les llene de fuerzas para mantener la esperanza.

Cada tarde


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