Revista Cultura y Ocio

Cinco Esquinas – Mario Vargas Llosa.

Publicado el 14 septiembre 2016 por Ispamaga @is_ma_ga

Siempre que leo algún libro nuevo que sale bajo el sello de «Alfaguara», ya estoy pensando que es un canal de venta sumamente importante para las librerías y este escenario enfatiza las estrategias de marketing por parte de las editoriales, por lo que la idea de otorgar «un premio» es una estrategia que eleva ventas de sus ejemplares. (Y creo que todos ya sabemos eso).

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«Cinco esquinas» tiene todas las peculiaridades de las obras galardonadas por esta editorial (Alfaguara), justo lo que decía en otro comentario cuando me refería a la «editorial moderna y de marketing», estas novelas llevan: raudal de color local (amarillismo), algún tema social controvertido, prosa simple y el mismo lenguaje de siempre. Por cierto el propio Vargas Llosa consintió esto último en la conferencia en la que presentó su novela y esto no le quita mérito narrativo, pero me deja pensando con nostalgia en cualquiera de los mejores párrafos y capítulos que me han llenado de emoción (me refiero a los libros que he leído de él).


Cambiando de tema

De todos los libros que he leído de Mario Vargas Llosa, «Cinco esquinas» es de esos que quieres tirar por la ventana porque sientes que te ha decepcionado. MVLL lleva tantos años viviendo fuera de Perú que el lenguaje que dice usar cada uno de sus personajes resulta un poco ridículo, está bien en «Travesuras de la niña mala», o en «La Casa Verde», pero ahora parece que escribió este libro solo para ridiculizar la política peruana (aunque es lo que siempre hace), pero este libro parece escrito por un novelista común y no por Mario. 

Intento de resumen: La deshonestidad viene de parte del presidente peruano Alberto Fujimori, y de “el Doctor”, Jefe del Servicio Nacional, un personaje existente (sin nombre), por lo que leí en wikipedia Sendero Luminoso, eso sucedió en la vida real en los noventa, cuando en Perú se precipitaban los apagones perturbadores, el terrorismo sangriento y secuestros sanguinarios por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.  De no haber sido por el toque de queda acostumbrado existente en el país, Chabela y Marissa, dos amigas guapas que formaban parte de la alta sociedad limeña no habrían tenido la erótica (?) oportunidad de dormir juntas y conocer sus gustos lésbicos. En otra parte, Quique (el esposo de Marissa) es extorsionado por medio de unas fotos en donde éste señor formaba parte de una orgía, la extorsión venía del director de un medio amarillista denominado «Destapes», en el que al final trae consecuencias graves para este periodista.

Me gusta la manera en la que la novela está narrada pero me fastidió un poco la cantidad de diminutivos que utiliza el narrador. ¿O así hablan los peruanos? No he leído a otro escritor peruano y no sé si esa profusión de diminutivos y superlativos como: Chabelita, maridito, despacito, tempranito, seriecito, tantito, ahoritita, polvido, manito, blusita, cochinadita, pervertidito, simpatiquísima, riquísimo, gringuita, preocupadísimo… etcétera, es normal, pero me parece exasperante. ¡Ay Varguitas! 

Y no es que lo cómico, lo erótico o el thriller le sean ajenos a don Mario. Por qué si tú que estás leyendo este post has leído «Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, ¿Quién mató a Palomino Molero?, La Casa Verde y Elogio de la madrastra», sabrán de qué hablo y a qué me refiero con que «le sean ajenos». 

En «Cinco Esquinas», el capítulo veinte es acertadamente titulado «Un Remolino», ahí sí es Vargas Llosa, con su pericia formal, con su deliciosa multitud de narradores, intercalados con los pertinentes puntos de vista de los personajes principales . Supongo que el problema de escribir novelas inolvidables como «La Ciudad y los perros», «Conversaciones en la Catedral» y «El Héroe discreto» (entre otras grandes obras de él) es dejar el tablón tan alto, que todo lo que no sea «magnífico» a partir de ahí, será un irrevocable y olvidado signo de decadencia.

Para terminar:

Lo bueno de la historia es que es ágil, capta la atención del lector con diálogos invariables y personajes (¿adrede?) redundantes (alguno hasta me cayó “simpatiquito”).

Lo malo, un poco cliché pero «cliché al estilo Vargas Llosa». Y eso es bastante extraño, porque me nombro «su lectora fiel» y sea lo que sea que escriba él, pensé que me agradaría, pero me he topado con algo que necesito volver a leer para poder apreciar la técnica de MVLL, en resumidas cuentas es Vargas Llosa y tiene el derecho y la aprobación para escribir lo que quiera. Solo soy una lectora más contando lo que ha leído.

Otras entradas: Estimado Vargas Llosa. / Dos prólogos.


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