Revista Belleza

Como agua para chocolate

Por Edithtstone @Almartahis
¡He encontrado mi segunda película favorita! Ha sido buscando las bandas sonoras de grandes películas en Youtube y, de pronto, leí Como agua para chocolate y pensé que no pasaría nada por darme un descanso y verla. Un descanso, sí, porque hoy he hecho un montón de cosas.
Mi primera película favorita es Tomates verdes fritos y la segunda, hasta ahora, había sido Diez razones para odiarte, pero es que esta es tan bonita que me gusta más que la renovada historia de amor de La fierecilla domada de Shakespeare. Realmente Diez razones para odiarte me gusta tanto porque sale Heath Ledger y lo amo. Qué pena que muriese tan joven...
Así que a partir de ahora soy fan de películas que transmiten una ideología de vida donde lo que prima es el amor profundo, verdadero y puro. Donde no importan los años que pasen, sino los sentimientos que todavía guardas. En Tomates verdes fritos ocurre entre las dos protagonistas que están unidas por el amor que sienten por el mismo chico, el chico muere y ellas se convierten en grandes amigas hasta la muerte. En Como agua para chocolate la protagonista, Tita, sigue amando a Pedro a pesar de que éste se ha casado con su hermana mayor y, tras el paso de los años, consiguen vencer todo lo que les separaba y por fin pueden estar juntos. Entonces, mientras están en la cama, él le susurra 'te amo' y ella feliz le recuerda que están solos y él grita más fuerte, y muere de la emoción. 
Y lo que vengo a traeros hoy es el monólogo de John Brown, uno de los actores de la película y protagonista secundario, pero con un papel muy importante en la vida de Tita.
En 1669, Brandt, un químico de Hamburgo, buscando la piedra filosofaldescubrió el fósforo. Él creía que al unir el extracto de la orinacon un metal conseguirla transmutarlo en oro. Lo que obtuvo fue uncuerpo luminoso por sí mismo, que ardía con una vivacidad desconocidahasta entonces. Por mucho tiempo se obtuvo el fósforo calcinandofuertemente el residuo de la evaporación de la orina en una retortade tierra cuyo cuello se sumergía en el agua. Hoy se extrae de loshuesos de los animales, que contienen ácido fosfórico y cal.

Mi abuela, Luz del amanecer, una india Kikapoo, decía que todosnacemos con una caja de fósforos en nuestro interior y que no lospodemos encender nosotros solos. Necesitamos, como en esteexperimento, del oxígeno y de la ayuda de una vela. Sólo que ennuestro caso, el oxígeno debe provenir por ejemplo del aliento de lapersona amada. La luz de la vela puede ser cualquier cosa, unamelodía, una palabra, una caricia, un sonido. Algo que dispare eldetonador y encienda una de las cerillas.

Cada persona tiene entonces que descubrir cuáles son sus detonadorespara poder vivir, ya que la combustión que se realiza al encenderseuno de ellos, es lo que nutre de energía al alma. Si no hay detonadorpara los fósforos entonces la caja de cerillas se humedece y ya nuncapodremos encender uno solo de ellos.
Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errantepor las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontraralimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejadoinerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo.

Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un alientogélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso.Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácilprotegernos de su soplo. El alma desea integrarse al lugar dondeproviene, dejando al cuerpo inerte.

Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda.Se puede estar seguro que sí tiene remedio, claro que también es muyimportante encender las cerillas una por una, ya que si por unaintensa emoción llegamos a encender todas de un solo golpe,se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos untúnel, esplendoroso, que nos muestra el camino que olvidamos al nacery que a la vez nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino.
Si leemos bien este monólogo, y con bien me refiero a comprender las metáforas, nos daremos cuenta de por qué murió Pedro. Murió porque encendió todas las cerillas a la vez y esa emoción le hizo reencontrarse con su origen divino. El monólogo está copiado del libro original, por eso hay partes que el personaje de John Brown en la película no dice y que yo he puesto en gris. Bueno, voy a copiar con letra bonita y cuidada este fragmento de la película en mi agenda, porque me ha enamorado. Y si conocéis más películas de este estilo, no dudéis en comentar diciéndomelo porque estaré encantada de verlas.P.D: He dejado de ser solo Tahis para ser Edith T. Stone. No es mi nombre original, claro está, pero es el nombre de una cantante francesa: Edith Piaf (si no la conoces ya puedes ir buscándola en Youtube, porque es genial) y el apellido de Sharon Stone, que aparte de actriz fue escritora. Y la T. es de Tahis, que es la abreviatura de mi nombre. Así que, hala, hasta la próxima.

Volver a la Portada de Logo Paperblog