Cómo ser madrastra sin morir en el intento

Les voy a pedir que cierren los ojos por un momento. Imaginen que vamos a escribir, entre todos y todas, un cuento. La protagonista es una niña de corta edad, que adora a su padre. Ahora vamos a construir un tercer personaje: la madrastra. ¿Cómo se la imaginan?

Creo que la mayoría nos la vamos a imaginar como la mala del cuento, porque es el papel que ha ejercido en la literatura infantil y en muchas series y películas. Niños y niñas se encuentran con ese estereotipo en la mayoría de relatos, la madrastra mala que intenta usurpar el papel de la madre, que aleja a los niños y niñas del amor de sus padres. No suele ocurrir al revés, pocos papeles de padrastros encontramos en el mundo de la literatura, mientras que las madrastras ruines y las viudas negras son legión.

Yo no he tenido madrastras, pero conozco algunas que son una maravilla, que han sabido combinar el respeto a las madres, con el amor y el cuidado, sin olvidarse del bienestar de ellas mismas. Pero hay una falta de recursos para ellas, de herramientas que las acompañen, en el duro camino de entrar a formar parte de una familia con un pasado común del que ellas no han formado parte. Por eso, iniciativas como sermadrastra.com son tan importantes. Aina y Berta han creado un lugar en el que se rompe con el sambenito de ser las malas del cuento, porque si hay una corriente liberadora de las madres, en las que se busca acabar con los inmerecidos sentimientos de culpabilidad, también debe existir para las madrastras. Aina y Berta toman la palabra para ofrecer herramientas que permitan establecer relaciones sanas con hijastros e hijastras pero, además, dan voz a las madrastras, creando una comunidad.

Ni santas, ni malas de cuento, ni esclavizadoras, ni odiadoras, ni usurpadoras de ningún papel. Que vivan las madres y las madrastras que no se olvidan de su propio bienestar y se unen para construir familias conscientes y cooperativas.