Confieso que no quiero casarme, no, ¡no quiero!
No me basta un solo hombre.
Confieso que traté de olvidarte
en mi última menstruación
La sangre sella pactos poderosos.
Confieso que mi obsesión erótica
es un hombre de cincuenta y tres años.
Lo pude comprobar cuando lamí sus manos.
Confieso que mis rodillas nunca se han confesado
He llegado tarde a todas las iglesias, a todos los psiquiatras.
Confieso que he mentido al decir te amo
Las mentiras son una tolerancia hacia la realidad.
¿Qué he de confesar?
Confieso que he querido cuerpos y no almas.
El amor que he conocido ha sido abstracto.
Confieso que mi rebeldía es una herida hablando.
Confieso que siempre he querido a mi madre
y he tratado de olvidar a mi padre,
pero el perdón pasa de mí.
Confieso que mi entrepierna llora desde los 17 años.
Mi cuerpo ha sobrevivido a la brutalidad del tiempo.
Confieso que pienso más de lo que escribo,
las palabras gimen en mis pensamientos.
Confieso que siempre he sido una mujer de 43 años.
Confieso que muchos escritores burlaron mis palabras,
por eso escribo con el sudor de mis bragas y las llagas de mi corazón.
Confieso que la libertad viene a mí a las tres de la mañana.
y en esos instantes me confieso desnuda, impura, azul como un pájaro.
Por: Kristal M. Rivera
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