Revista Psicología

«Confía»

Por Rms @roxymusic8

Sin apenas darnos cuenta (¿o sí?) vuelve a ser treinta y uno de diciembre. Último día del año. Cómo suena, ¿verdad? Es como si, de repente, algo dentro de nosotros se activara expectante a que pase algo. ¡Pasa la vida! Eso es lo que ocurre. Aunque los tiempos son cíclicos por las estaciones, por los meses, por los eventos, por las fiestas nacionales, por los cumpleaños, aniversarios y santos, cada vivencia es nueva, es diferente a la anterior. Las vivimos con personas nuevas y otras que ya no están. Nosotros hemos cambiado y las circunstancias puede que también. Hay pocas cosas que permanecen en nuestra vida y eso nos hace tambalear. Aparecen miedos e incertidumbre. Muchas personas viven con desesperanza y cierta angustia porque no saben a qué aferrarse y si lo saben, son a cosas que se diluyen con el tiempo o con el mismo momento. Realmente, se me encoge el corazón cada vez que conozco a alguien que vive así. Esto que escribo ahora nace de una experiencia personal muy cotidiana (cómo no) y que me lleva a seguir hablando de confiar y esperar.

Al revisar mi biografía siempre encuentro ganas de vivir pese a las circunstancias adversas, empeño por mostrar que se puede tener esperanza y una fuerza interior que me mueve a levantarme una y otra vez y a ayudar a otros a hacer lo mismo. Quizá tenga que ver con cómo llegué a este mundo: viviendo la pérdida intrauterina de un hermano mellizo a los tres meses y siguiendo yo en vida. Quién sabe...

Me torcí el pie hace casi un mes y tiene que estar inmovilizado. Fue un gesto tonto (como la mayoría de estos "accidentes"), pero te deja tocado un tiempo. Y entonces aparece... otro proceso que vivir. A menudo pienso que la vida es eso: procesos. De cambio, de aceptación, de incertidumbre, de fe, de duelo, de lo que cada uno necesite en un momento determinado. Unas veces se viven por propia voluntad y otras, no hay más remedio que vivirlos. Aunque diría que estos últimos te enseñan más que los otros porque controlas menos y el guión lo lleva otro. Se pasa mal, claro, pero no tan mal. Acabas sonriendo y agradecido... ¡a su debido tiempo! ¿Recuerdas tu último proceso? ¿Qué te ayudó a aceptarlo, sobrellevarlo y salir victorioso? Para mí, la actitud es la clave y la compañía indispensable. Repasando de nuevo mi biografía no recuerdo tener referentes cercanos en mi vida y por eso me refugiaba tanto en la música y en la literatura (más bien escritos sueltos, poemas, no tanto novelas). Recuerdo que cuando me rompí el ligamento cruzado anterior (el famoso LCA) me compré un par de libros de personas luchadoras a las que admiraba (Amaia Valdemoro y Nadal-Federer) que me hicieron mucha compañía en esos meses.

Así que ahora os doy lo que yo no tuve. No seré famosa, pero aquí estoy.

Hablábamos del proceso y ahora mismo estoy inmersa en uno. Los procesos (y quienes los sufrimos) necesitan tiempo porque al principio todo se ve gris, no se ve la luz. ¿El diagnóstico? Empezamos a recibir noticias non gratas muy rápido y apenas podemos reaccionar, pero bien sabemos que todo ha cambiado, que no va a ser como siempre o como habíamos pensado. Se ve todo truncado: van pasando todos planes por la mente y cada uno con un "esta vez no", "el año que viene", "anulado" a su lado. Entonces... la niña que llevo dentro se rebeló. Cuánto me acuerdo de un compi de cole, David, que me decía que todos tenemos un niño dentro (y lo acompañaba de un dibujo). Vi a Rociete triste porque no iba a poder corretear en este tiempo navideño como le gustaba a ella. El ánimo lo tenía casi por los suelos y todo me daba igual, me quedaría en casa quietecita y esperando a que pasara la tormenta. ¡Qué panorama, no me reconocía! Ese día iba acompañada de una hermana de comunidad que es la alegría de la huerta y juntas nos lo pasamos muy bien. Creo que se sorprendió de verme tan mal y de tirar la toalla tan pronto. Pero no puede ser todo oscuridad, miedo y sufrimiento. ¡Hay lugar para la luz, la alegría y la fortaleza!

Siempre he dicho que acompañado todo se vive y se sufre mejor. Y me doy cuenta de que si abrimos los ojos nos daremos cuenta de que todo está acompañado. A veces por el dolor o por el susto no lo vemos, pero si esperamos a recomponernos, nos percataremos: de la compañía serena, segura y simpática de esta hermana de comunidad, de la cercanía de la enfermera, los momentos random y muy cómicos con desconocidos que nos encontramos en el ascensor, de la generosidad de la celadora con su abanico made in Spain, hasta del poco tacto de la doctora o su humor tan peculiar que me sacaron una sonrisa y me hicieron sentir como en casa y capaz de seguir adelante. Los procesos tienen fases y no podemos invertir el orden de ninguna de ellas, hay que pasarlas todas con sus tiempos reglamentarios. Cuando conoces cada fase te da cierta confianza a la par que incertidumbre por cómo será y hasta que no te pones a recorrerla no sabes si serás capaz. ¡Pero sí, todo se puede! Sólo necesitas ponerte a caminar, a obedecer y respetar los tiempos. Con cada fase te toca hacer algo nuevo, superar retos y hacerte a los cambios otra vez. La primera fase (férula de yeso) la pasé hasta con cierto aire aventurero. La segunda (bota ortopédica), la actual, sí que noto que empieza a pesar. La tercera (rayos X para ver cómo evoluciona) la comenzaré a mitad de enero. La cuarta (rehabilitación u ¿operaración?) todavía no está planteada; como diría Simeone "partido a partido".

Cuando me dio ese bajón en la segunda fase al verme con semejante armatoste, con miedo a apoyar, a dar un paso... llegué a casa y fui directa a buscar consuelo. Me quedé un rato en la capilla, con Jesús, antes de comer. Me puse Since your love. Y en ese pequeño lapso de tiempo algo en mí hizo clic, descansó y vio. ¡Iba a seguir con todos los planes! Recuerdo que antes de salir del hospital preguntamos a la médico si podría viajar y qué cosas tenía que tener en consideración. Dio luz verde a todo. El ánimo volvió, la confianza y la esperanza también. ¡Cómo es la cabeza y qué importante es que no la dejemos ir con las emociones! Una de las cosas que me dije fue: "Rocío, tú siempre has sido de espíritu luchador, si tiras la toalla tu ánimo no se recuperará. La médico ha dicho que puedes seguir haciendo tus planes, ¡hazlo! Lo mejor para mí es seguir con mi vida aun con estas circunstancias". ¡Qué subidón cuando te sientes querido, apoyado y acompañado! Después de eso empecé a caminar y moverme con soltura, hasta subir escaleras. Parecía otra. Es verdad.

Es cuestión de actitud, ¡pero cuánto necesito de un empuje! Y el humor además de la compañía. ¡Qué importante es reírse e ironizar! Cuando te empeñas en no ver, en no dar el paso todo cae sin control como efecto dominó. Pero cuando te dicen esto sí puedes hacerlo, esto también, y esto, y te animan, ¡todo cambia! Ahí está la clave. Necesitamos personas a nuestro lado que nos ayuden a sacar el potencial que tenemos, a sacar nuestro yo más auténtico, a sacar lo mejor de nosotros. Como decía antes, yo soy de espíritu luchador, valiente y tras la consulta con el trauma estaba derrotista, con ganas de nada. Pero, al preguntarle y contar con esta hermana de comunidad que no hacía más que darme esperanza y confianza, vi luz, un puente tendido delante de mí uniendo una fase con la otra. Confié. Eso sí, aprendiendo siempre, creciendo siempre, saliendo adelante siempre. ¡La vida es un misterio! Pero no la vivimos ni la caminamos ni la enfrentamos solos. Dentro de mí puedo confiar con todas las letras, sé que cuento con personas a mi lado y de alguien mucho más permanente que todas ellas: Jesús. Quizá os parezca un típico tópico, pero no lo puedo dejar de decir: es la mejor compañía que puedo tener y el que me da de verdad consuelo a mi corazón y esperanza en cada etapa de mi vida. Con él sé que puedo respirar y recobrar la paz para seguir dando un paso detrás de otro (aun con bota ortopédica y muleta).

Os dejo unas palabras que me acompañan últimamente para recordar lo vivido en este año 2023 que finaliza y para dar la bienvenida con confianza al nuevo año 2024 que apunto estamos de comenzar:

"Confía cuando nadie confía. Confía aunque todos se rían. Confía cuando no haya ganas. Confía aunque puedas tropezar. Confía cuando veas todo oscuro. Confía aunque no entiendas nada. Confía cuando otros no crean en ti. Confía aunque las dudas te devoren. Confía cuando sientas ¿y ahora qué? Confía aunque te hayan herido antes. Confía cuando no te salgan las cuentas. Confía aunque la paz parezca imposible. Confía cuando sientas que no das la talla. Confía aunque el fracaso quiera definirte. Confía cuando parezca que todo se acaba. Confía aunque el mundo se caiga encima. Confía cuando se hayan gastado los planes. Confía porque todo es para un bien".


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