Revista Viajes

Creta: un viaje en el tiempo

Por Viajaelmundo @viajaelmundo

Confieso que cuando voy a viajar, no soy de las que se dejan llevar por itinerarios y mapas. Los primeros no los soporto y los segundos, admito que no los sé leer, y asumo con honestidad que me voy a perder de todas maneras. De hecho, creo que perderse puede ser una de las experiencias más maravillosas de un viaje, porque es seguro que te encuentras con tesoros que no incluyen las guías turísticas.

Esto nos ocurrió a mi esposo y a mí en Creta, quizá la menos “popular” de las Islas Griegas, que afortunadamente se ve opacada por el glamour de Mykonos o el encanto de Santorini. ¿Por qué “afortunadamente”? Porque se muestra discreta, honesta, humilde y encantadora con sus visitantes, pese a ser la cuna de la civilización minoica, matriz de la cultura helénica y todo lo que conocemos en los libros de historia como Grecia. Como si esto fuera poca cosa, esta isla también perteneció a Venecia en la edad media, fue conquistada por el Imperio Otomano en el siglo XVII y se dio el lujo de resistirse y vencer al ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, una hazaña de la que los cretenses se sienten muy orgullosos.

Así que les invito a tomarse un chupito de Raki para continuar con esta aventura griega.

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Heraklion

Heraklion. La capital de Creta se presenta caótica y desordenada a primera vista. Sus calles son un laberinto de callejuelas y comercios en donde hay que sortear motos y vehículos, que se ven minimizados ante la generosidad del cretense y sus deliciosos helados de yogurt, que caen de maravilla en las calurosas tardes de verano.

Sin embargo y pese a ser una ciudad muy pequeña, Heraklion presume de tener dos caras. Al caer el sol, el caos diurno se convierte en Cenicienta, ya que en las noches esta capital se ve envuelta por la vida de encantadores lugares llenos amiente para comer y beber. Dos cosas que no suponen un dilema si eres de buen paladar. Toda la gastronomía griega y cretense es deliciosa, en especial si te gusta, el cordero y las ensaladas.

Uno de los mayores atractivos de Heraklion es su puerto, gracias a que conserva intactas su arquitectura en tiempos de la República de Venecia. Su fortaleza Rocca Al Mare, se mantiene hermosa, longeva y vigilante; dando la bienvenida a los barcos que llegan al puerto y abrazando cariñosamente a las humildes embarcaciones de los pescadores que cada mañana salen a faenar, trayendo en sus redes pescado fresco y enormes esponjas de mar.

Otro reclamo turístico y obligatorio de la capital es el Museo Arqueológico de Heraclión, que engaña con su arquitectura sencilla y minimalista, pero que resulta una delicia visitar, ya que posee un enorme catálogo de verdaderos tesoros arqueológicos, muy bien descritos y clasificados.

Heraklion

Heraklion

Cnosos

Cnosos

Cnosos. En esta localidad yace el Palacio de Cnosos, una de las estructuras arqueológicas más enigmáticas y mejor conservadas de Grecia. Es aquí en donde se erige una de las mayores leyendas de la mitología griega e incluso de “infidelidad” en el mundo antiguo: El Minotauro.

Esta inquietante criatura, mitad toro, mitad hombre, que sólo comía carne humana, fue el castigo que le propinó Poseidón al hijo de Zeus y Europa, Minos, al no cumplir su promesa de matar a un toro blanco que el dios de los mares creó para que fuera sacrificado en su nombre, a fin de que Minos sucediera al rey Asterión en el reino de Creta. Razón por la cual, Poseidón hizo que la esposa de Minos, Pasífae, se enamorase irracionalmente del hermoso animal y tuviera un affair del que nació el Minotauro, cuyos gustos gastronómicos (hay que recordar que era antropófago) obligaron al hijo de Zeus y Europa a encerrarle en un laberinto del que no podía escapar y que curiosamente aún se conserva en el Palacio de Cnosos.

Este fascinante complejo arqueológico de 17.000 m2, que aún mantiene intactas sus pinturas y el granate y negro de sus características columnas, es un monumento en toda regla al Minotauro Asterión y a su inquietante leyenda.

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Cnosos

Ágios Nikolaos

Ágios Nikolaos

Ágios Nikolaos. Los cretenses y turistas que visitan la isla, ven en este pequeño pueblo situado al Este de Heraklion, una especie de mini Venecia con las bondades del cálido clima mediterráneo.

Pese a ser muy turística Ágios Nikolaos no abruma a sus visitantes, más bien todo lo contrario. Se muestra acogedora y fotogénica cuando se transita por su paseo marítimo, lleno de restaurantes y cafés para comer. Un recorrido que te lleva por los alrededores de su peculiar laguna verde esmeralda de agua salada, que según escuché, se cree que es una de las más profundas de Europa.

Además de la buena comida y del popular café Freddo, que se puede disfrutar por toda Creta a precios muy competitivos, otro de los puntos fuertes de la isla es la cosmética natural y Ágios Nikolaos, a parte de sostenerse gracias a los turistas, es una de las paradas obligadas en lo que a productos de belleza a base de aceite de oliva se refiere. Es difícil, por decir que casi imposible, no salir de este adorable pueblo, sin una bolsa con alguno de sus maravillosos jabones, cremas o mascarillas 100% naturales y fabricados en la zona.

Ágios Nikolaos

Ágios Nikolaos

Matala

Matala

Matala. A finales de los 60s y principio de los 70s, esta localidad situada al sur de Creta se convirtió en el destino favorito de los hippies, que se fueron a habitar por largas temporadas las características cuevas que adornan su costa. Artistas de la talla del Beatles George Harrison, Janice Joplin, Bob Dylan, Joan Baez o Joni Mitchell, cuya canción “Carey” es dedicada a este paraíso cretense, no pudieron resistirse a la tentación de reconectarse con la naturaleza y volver a los orígenes del hombre de las cavernas.

Sin embargo Matala y su idilio con los “cavern-hippies” no duraría toda la vida. Su denudes y libertinaje fue demasiado para los lugareños, que terminaron expulsándolos de sus playas. Pero ello no supuso el fin de la cultura del “Peace, Man”.

Hasta el día de hoy este adorable pueblo costero, que se mantiene fiel a la colorida e ingenua estética de sus “colonizadores”, continúa recibiendo con los brazos abiertos a nómadas, bohemios, artistas o simplemente a todo aquel que desee desconectarse del mundano mundo moderno, para dejarse cubrir sólo por el manto de las estrellas que adornan las noches de Matala, en donde se puede adquirir artesanías y disfrutar de festivales de música en vivo.

Matala

Matala

Balos Gramvousa

Balos Gramvousa

Balos Gramvousa. Estas pequeñas islas de Creta son un paraíso que se pierde en un lejano e infinito mar turquesa. Las templadas y cristalinas aguas de sus lagunas, invitan descaradamente a que nos zambullamos, nos sumerjamos y nademos en ellas, ejerciendo ese saludable efecto de poner nuestros pensamientos en blanco, para llevarnos a experimentar una sensación de plenitud y libertad absoluta, mientras cae el atardecer.

Balos Gramvousa es un verdadero y solitario tesoro natural del Mediterráneo, en dónde tan sólo el Castillo de Imeri, da testimonio de que en algún momento de su existencia, el minúsculo archipiélago dejó de ser virgen al ser habitado por el hombre en tiempos de la República Veneciana.

Balos Gramvousa

Balos Gramvousa

Sabrina Gelman
Sabrina Gelman es una periodista venezolana radicada en Madrid, que comenzó en la fotografía en 2004 cuando empezó a retratar por instinto las historias de los reportajes que escribía. Su trabajo se caracteriza por un discurso visual espontáneo que busca convertir en protagonistas, aquellos detalles corrientes y mundanos que se escapan del ojo humanoen donde el color, el contraste y la naturalidad sean el “leit motiv”de cada una de las imágenes que toma con la cámara, retomando los principios estéticos de la fotografía analógica y de los vídeo clips de los 80’s y 90’s que tanto la inspiran. Más de su trabajo lo puedes ver en http://www.sabrinagelman.com

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