Revista Cultura y Ocio

Crítica literaria nº48: Jane Eyre

Publicado el 13 agosto 2015 por Tazadelibros @Tazadelibro

Crítica literaria nº48: Jane Eyre

Es una novela rica desde todos los puntos de vista. La historia se narra de forma retrospectiva, en primera persona, desde el punto de vista de Jane, que en múltiples ocasiones se dirige directamente al lector, al cual pide comprensión y da explicaciones.

Por su estilo formal, y el vocabulario utilizado, es de suponer que el autor se dirigía a un público culto. Por otro lado, el carácter de la novela es marcadamente cristiano; Jane es un personaje creyente, cuya interpretación y práctica de su religión me han parecido coherentes, a pesar de que yo soy atea. Al margen de mi ateísmo, he de reconocer que esta novela refleja muy bien las formas en las que una persona puede asumir la religión y la fe en Dios, siendo la manera de Jane la que me parece más acertada, (aunque evidentemente yo no acepto en su totalidad).

La novela nos muestra a Jane a los diez años, ella misma empieza la narración de su biografía en este punto, vive en casa de su tía, a la cual su tío le dejó a cargo a Jane, antes de morir. Jane es huérfana, sus padres fueron humildes, mientras su tía es una mujer adinerada, con tres hijos. Jane es tratada de forma hostil, repudiada, y enviada a un colegio femenino de severa disciplina.

Al contrario de lo que en un comienzo pueda parecer, la historia de Jane Eyre no es un mero drama, es la historia de una persona que tiene que superar los obstáculos de su propia vida, tiempo y condición de mujer, y en vuestra consideración dejo si lo hace o no de forma satisfactoria y si el final es feliz.

Por otro lado, otro de los encantos de Jane Eyre es su carácter progresista, su indudable inteligencia, (sin pretender que ser inteligente sea sinónimo de no errar), y su clara creencia en la igualdad entre hombres y mujeres. Además, Jane no es un personaje fácil de encasillar, puede llegar a ser especialmente compleja, y contradictoria, como ella misma reconoce en frases como esta:

" Durante toda mi vida, yo no había sabido, ante los caracteres enérgicos y duros, tan distintos al mío, optar por el término medio, sino someterme del todo o rebelarme abiertamente."

A pesar de mi admiración inicial a la protagonista, he de reconocer que en ocasiones me ha crispado, en otras me ha costado entenderla, y en algunas me ha parecido mal dirigida su soberbia, lo cual, lejos de alejarme de la lectura, me ha hecho sentirla muy real. Representa ante todo una mujer incorruptible, cuya vida asienta en principios firmes, convicciones claras, y que lucha contra sus propios prejuicios y miserias del alma, llevada por su voluntad de ser justa y buena, y porque indudablemente tiene una bondad natural. Resulta implacable en caso de llegar a una conclusión, es sincera, y franca, y tiene una tendencia especial a querer conocer a los otros íntimamente:

"Nunca me sentía a gusto en el trato de cualquiera, hombre o mujer, hasta que penetraba en el umbral de su confianza, traspasando los límites de la reserva convencional."

Los personajes secundarios están tan bien construidos como Jane. Desde el más sencillo criado hasta el amor de la vida de Jane: Edward Rochester.

Todos los personajes secundarios son vitales en la obra, y totalmente imprescindibles, incluso aquellos que aparecen de forma fugaz. Tanto Jane como Edward no se caracterizan ni por su heroicidad ni por su belleza, al contrario, se los describe como personajes con poco encanto físico, y una gran y singular personalidad, algo que para mi resulta muy especial, ya que me crispan especialmente los clichés.

Edward Rochester no es un personaje intachable, el mismo se reprueba, a él, y a la vida que lleva; Además, Edward deja ver en más de una ocasión, que puede llegar a pasarle por la mente impulsos machistas, violentos y dominantes, que finalmente no lleva a cabo, y que son realmente efímeros. Sin bien esos detalles no se justifican en absoluto en la obra, que no aboga ni mucho menos por ninguna autoridad varonil, se muestran, a mi entender, como debilidades de carácter, en este caso asociadas a la hombría y, quizá, a la cultura de aquella época.

Jane Eyre es una novela para un lector joven o adulto, aunque el joven puede que se sienta algo apabullado. Es una historia entretenida, pero no es una lectura que pueda leerse solo por entretenimiento, si se busca una lectura ligera y fluida, evidentemente no es este libro de más de seiscientas páginas.

Recomiendo leer esta obra a quien tenga especial predilección por los clásicos, los personajes psicológicamente complejos, las historias que guardan giros inesperados, secretos, contrastes, y cierto toque místico. Sin duda le gustará mucho a los lectores creyentes de ideología cristiana, que por cierto esta novela recoge bien los vicios y virtudes que entrañan las diversas formas de entender el cristianismo.

Es una novela que sabe reflejar bien las emociones humanas, de toda clase, y de toda índole, y los diferentes tipos de personas y los diferentes tipos de dificultades que encuentra cualquiera decidido a hacer de sí mismo su ejemplo a seguir. Contiene múltiples reflexiones que, si te interesa reflexionar, claro, seguramente leas más de una vez, así como afirmaciones que no pueden dejarte indiferente, en especial en las conversaciones con Edward Rochester:

Rochester: [...]Parece que duda usted, pero yo no dudo de mí mismo. Conozco mi fin y los motivos que tengo para buscarlo, y desde este instante me someto a una ley tan inflexible como la de los persas y los medos.
Jane: No lo conseguirá, señor, si no establece a la vez reglas para aplicarla.
Rochester: Pero esas reglas han de ser inusitadas, porque es una inusitada concurrencia de circunstancias la que las impone.
Jane: Semejante máxima es peligrosa, porque se presta a interpretaciones torcidas.
Rochester: ¡Qué sentenciosa está usted hoy! Pero le aseguro que no interpretaré torcidamente nada.
Jane: Usted, como hombre, es falible.
Rochester: Ya lo sé, también usted lo es, ¿y qué?
Jane: Que quien es falible no puede arrogarse el poder de seguir una línea de conducta extraordinaria asegurando que es conveniente.

Es además un reflejo de una época, y está maravillosamente ambientada.

Por todo lo expuesto puedo decir que ha sido una lectura genial, le doy las cinco tazitas, y aprovecho para comentar que la adaptación a película del 2011 es nefasta.


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