Revista Coaching

cuando + es más

Por Bitacorarh

cuando + es másdicen que el hambre agudiza el ingenio, o lo que es lo mismo, cuando algo importante nos falta, realmente somos capaces de aplicar una lógica poco común en nuestro día a día, pero que consigue siempre lo que necesita para sobrevivir. Las crisis son necesarias porque nos ayudan a dar un paso adelante, a evitar que nuestros hábitos nos mantengan en la apatía por el cambio. Cuando algo se quema corremos a apagarlo para evitar un incendio. Esa es la gran labor de las emociones negativas, que nos libran de muchas situaciones de peligro y funcionan como un sistema de alarma perfecto. Emociones negativas como el miedo o la furia nos protegen de una casuística variada de problemas.

Estas emociones son el revulsivo perfecto para inducir a un cambio rápido y muy concreto. Esas emociones son un mecanismo de defensa con un valor incalculable ya que han permitido que nuestra evolución haya sido una realidad. 

Pero sucede algo curioso con el cambio, la mayor parte de los cambios que tenemos que adoptar en nuestra vida no se producen bajo la presión de las emociones negativas. En la mayor parte de las ocasiones el cambio no está incentivado por algo que se esté quemando, simplemente es producto de lo cotidiano. Y cuando este cambio tan habitual en nuestra vidas se produce, ni el miedo, ni la furia, ni cualquiera de la amalgama de emociones negativas que existen producen el efecto deseado. Este tipo de cambio requiere de la creatividad, la flexibilidad y el ingenio humano, algo que no sucede en los incendios cuando nuestra primera reacción es pegar un grito y actuar de manera apresurada. Lo cotidiano está más relacionado con cosas y aspectos positivos. Es por ello que en este contexto, las emociones negativas son altamente prescindibles por carecer de la capacidad de hacer que las cosas sucedan.

 

Lo negativo tiende a estrechar nuestra capacidad para pensar debido a un elevado consumo de recursos orientado única y exclusivamente a encontrar esa piedra que tanto nos molesta en el zapato. Por contra, la sensación de bienestar abre nuestra mente y permite pensar con mayor libertad y claridad. Sin interferencias de ningún tipo, el ser humano es capaz de pensar más y mejor. Un pensamiento ingenioso capaz de crear cosas que de otra manera tardaríamos toda una eternidad.

Aunque últimamente las emociones positivas sufren una clara tendencia alcista, no creo que siempre se aborde de una manera correcta el tema. Las emociones positivas no son esa pastillita de la felicidad que te hace sentir bien y olvidar lo malo. Las emociones positivas no son más que reacciones a un entorno favorable donde hacer es más fácil que deshacer.

 

Vivimos tiempos de cambio en las empresas y en las instituciones. Cada día tenemos más claro que la crisis es mucho más grave de lo que parece. Este entorno de miedo y desconfianza hace que las emociones negativas nublen nuestra capacidad para pensar en lo que está pasando ya que nuestro único objetivo es “sobrevivir”. Si no podemos pensar con claridad, nuestra actitud será similar a la de un púgil arrinconado en el rin tratando de que no le hagan mucho daño. Si abordamos las crisis con emociones negativas probablemente éstas nos ayuden a salir adelante, pero la pregunta es: ¿en qué condiciones?. Seguramente que una posición de salida mucho peor que la que supondría un escenario donde la tensión y angustia por la incertidumbre del futuro dejase paso a un mundo de posibilidades y oportunidades. Sólo los valientes capaces de abordar así las crisis tienen la posibilidad de hacer que les pase algo más que simplemente pasarlas canutas. Hay que moverse en un mundo de posibilidades, bien sean naturales o artificiales. Nosotros tenemos la batuta que dirige la orquesta de nuestras emociones y mientras que unas generan un mundo de tinieblas y abismos, las otras son capaces de hacer sonar las sinfonías más armoniosos que el oído humano alcance a escuchar.

 
  • Forward
  • Google Plus One
  • Linkedin Share Button

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas