Revista Psicología

Cuando la ciudad te habla

Por Rms @roxymusic8

Algunos sabéis de mi paradero estos últimos cuatro años. Y la que fue la ciudad que me vio nacer y crecer ha pasado, de repente, a un segundo plano. El tiempo vuela con creces, tanto que casi no tienes ocasión de retenerlo, disfrutarlo o, simplemente, vivirlo conscientemente. Pero los recuerdos quedan, están ahí y salen de nuevo a la palestra con una fuerza imponente cuando vuelves a recorrer las calles de esa ciudad. ¿Por qué unas veces ocurre tanto y otras tan poco? Y, ¿por qué duelen más o afectan menos? Y... ¿siempre será así? Supongo que las respuestas a estas preguntas dependerá de cómo esté uno. Lo supongo, pero estoy convencida de ello porque justamente así ha pasado en mí. ¿He cambiado? Sí y no. Obviamente, lo vivido estos últimos cuatro años hacen que me posicione de otra forma ante ciertas circunstancias y lo construido en mí me permite mirar con otros ojos lo que tantas veces he observado. Quizás ahora con otra profundidad o sentido.

Pero, no he cambiado en relación a cómo me duele recordar lo que no fue bien ni hice bien. Justamente se puso de relieve lo que no funcionó con unas personas y en unas vivencias, y no tanto las cosas que fueron rodadas. Decía que los recuerdos salieron con una fuerza imponente porque así lo viví, ¿o debería decir sufrí? Imaginaos llegar a vuestra ciudad natal, después de un largo viaje en coche e ir entrando en ella recorriendo sus barrios y toparte de golpe con tantos rincones conocidos, edificios emblemáticos, reconocer cada esquina y viniéndote a la mente tantos y tantos recuerdos y tantas y tantas personas con las vivencias que les unen. El corazón te va a mil por hora. Quizá alguna lágrima sale tímida del lagrimal. Y empiezas a darte cuenta de que aquello te sobrepasa. Pensabas que ya nada iba a afectarte porque has realizado este viaje repetidas veces en esos cuatro años. Pero... sigues siendo humano. ¿Cómo no afectarte... una vez más? Mientras no te paralice, mientras puedas seguir adelante, mientras sepas situarte con todo ello, estarás bien.

Ponía ese título a este escrito porque es lo primero que pensé al entrar a Valencia a principios de mes y al salir de ella unas semanas después. Realmente, una ciudad te habla. Lo hace a través de sus calles y barrios porque ahí se vivieron acontecimientos y acogieron encuentros personales. También te habla a través de su gente porque algunas de ellas te conectan con la versión antigua de tu yo y todo lo que ello conlleva. Sigue hablándote a través de letreros y pintadas que te hacen recordar conversaciones y vivencias que marcaron una época importante. Una ciudad te habla siempre que tú le dejes espacio y prestes atención a cada pequeño detalle. Por cuestiones de trabajo, anduve mucho y en todas las direcciones. Esto hizo que se activaran en mí todos esos recuerdos. Todo el pasado que había quedado atrás y ahora me hacía dudar de si estaba viviendo el presente o me había quedado atrapada en mi yo de hacía más de diez años... Y no poder hacer nada con ello.

Al pensar en estas cosas o simplemente dejándolas escritas ahora, me parece estar sumergida en una película con una banda sonora dramática que hace que todo lo que suceda en ella quede envuelto en la melancolía o la tristeza más profunda que se haya experimentado jamás. Y no quiero dejar esa sensación en ti que me lees ni en mí que trato de expresar algo importante. No. ¿Qué ha cambiado? La vida. Las circunstancias. Tú. Yo, en este caso. Es cierto que no puedo hacer nada con los recuerdos pues ya están consumados. Pero sí puedo pararme ante cada uno y entender el contexto, la realidad que vivía, cómo era yo y comprender cómo eran las cosas y hasta yo misma. ¿Por qué? Porque necesito paz en mi corazón acelerado y muchas veces confundido. ¿Para qué? Para sacar un aprendizaje que me permita vivir libremente la próxima vez.

Lo que trato de transmitir se me hace un poco complicado de explicar, pero acabo de leer una frase en una foto que pienso puede ayudarme y os dé una idea: "Imagínate que al leer un libro no exista la opción de volver la página atrás. ¿Con cuánta atención leerías ese libro? Eso es la vida". Esto, personalmente, me golpea fuerte. ¿Con cuánta atención viviría cada día de mi vida? Para cuidar todo lo que hay en ella y que, cuando pasaran los años y recordara cuanto había vivido, esos recuerdos pudieran dolerme menos. Pero, a la vez, llego a la conclusión de que eso también es la vida: ese cúmulo de vivencias que fueron bien y no tan bien que te hicieron ser la persona que eres hoy. Sí, de alguna forma recorrer aquellas calles pusieron en evidencia que estoy más viva que nunca, que soy parte de la vida pues me relaciono con ella y que, como ya he dicho otras veces, la vida es un afecto.


Volver a la Portada de Logo Paperblog