Revista Diario

Cuestiones de lógica

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
Aviso a navegantes: este post puede tener efectos sobre su futura fecundidad. Se ruega no leerlo a aquellos que todavía están pensando en tener hijos. Si desoyen este aviso, es bajo su responsabilidad.
Cuestiones de lógica
Cuando te quedas embarazada por primera vez (en mi caso, por claudicación, después de dos años de oír a mi santo decir “Quiero uno” cada vez que nos cruzábamos con un bebé), nadie te avisa de la cruda realidad que viene después. Sabes vagamente que vas a pasar noches sin dormir, pero, bueno, también las pasas trabajando y no pasa nada. Sabes, vagamente, que los niños lloran, pero crees que vas a ser capaz de llevarlo bien, que nunca vas a ser de esas madres que chillan a sus hijos, que vas a seguir haciendo deporte, comiendo sano y pintándote la ojera, como siempre. Incluso, puedes ser de esas ilusas que crean que un bebé va a mejorar tu relación de pareja. Luego, te encuentras hasta las orejas de pañales, lavadoras, biberones y largas jornadas intensivas sin día de libranza posterior. Te vistes con lo primero que pillas, porque, la verdad, es que te la trae al pairo lo que lleves. Comes cualquier cosa, porque apenas te da tiempo de cocinar entre tetada y tetada. Y lo de hacer deporte se convierte en algo de ciencia-ficción. Todo esto, que acontece en el primer año de vida de tu hijo/a y que se vuelve a repetir, multiplicado por dos, cuando te vuelves a quedar embarazada de la única noche de relax que has tenido con tu pareja en meses, puedes, no obstante, intuirlo leyendo blogs sobre maternidad o hablando con amigas recién paridas (cuyo monotema son los hijos), pero nadie, absolutamente nadie, te avisa de que, cuando esto pasa y tú te crees que estás remontando cabeza, empieza la segunda parte: tienes que empezar de cero a estudiar.- A ver – le digo a Susanita, que lleva más de media hora para hacer una página de restas - ¿qué te pasa?- Es que no lo entiendo.Yo miro la hoja donde, al lado de cada resta, mi hija ha dibujado unos números unos en rojo. Y pongo cara de latín. Yo tampoco entiendo nada.- ¿Qué son estos unos? – pregunto.- Las que me llevo.- Vale,pues te has olvidado de sumarlas- Pero, mamá, es que estoy restando – dice mi hija, con una lógica aplastante – Y restar es quitar.- Ya, pero el que te llevas de arriba tienes que sumarlo aquí abajo.- ¿Por qué?- Pues no sé por qué – porque los matemáticos han dedicado su vida a hacernos la puñeta, yo que cuernos sé – Pero es así.
- ¿Por qué lo sabes tú?
- Porque también me lo explicaron cuando era pequeña.
-¿También daban matemáticas en los colegios cuando tú eras pequeña?
- Si, hija, sí, allá en la prehistoria también se daban matemáticas. Mi hija me mira con la mirada sabia que pone cuando sabe que su madre no da para más. Asiente, como se le hace a los locos - Vale – dice, corrigiendo las restas.No me quiero ni imaginar qué va a ser de mí cuando empiece con las integrales.


Volver a la Portada de Logo Paperblog