Dance usted

Dance usted

28 junio 2013 por JLeoncioG

Hombre arrastrando un pesado fardo, de Irene León

Es obligado que otros le marquen la música, los pasos, los giros o hasta la misma pareja de baile. Dance sin tregua la danza inquieta de la incertidumbre del que va a buscar las notas de la convocatoria de febrero (y no las halla porque el profesor aún no ha llegado de las vacaciones de semana santa). Dance como si cada movimiento lo mirara un director de baile para castigarlo porque fue muy rápido, muy lento, muy corto o muy largo.

El director de esta escuela de danza será su padre, su hermano mayor, el cura con la regla en la mano, el sargento de la mili (menos mal que ya no hay), el jefe o la jefa… No deje de danzar jamás, la sociedad no se lo permitiría. Si se para, si descansa, aunque solo sea un segundo, caería sobre usted una responsabilidad pesada y cuadrada como una lápida. Si obvia esta danza quedará usted excluido, arrinconado, ridiculizado, ninguneado. Si discrepa de una nota mal ejecutada, de un acorde desafinado, o de que la pareja con la que le ha tocado en este maldito baile da pasos a destiempo, quedará condenado al ostracismo de los indeseables, de los extraños.

Dance usted,  aunque la música sea absurda o aburrida. Esa melodía del “buenastardescomoestánustedes”,  la del “tienesquelabrarteunfuturoyloestás haciendomuymal” o esa tan famosa del “nunca llegarásanadaconlobienqueibas”.

Pero si esas músicas, las del desprecio y la superioridad, le suenan desafinadas, estridentes, o simplemente vacías, le recomiendo que pare automáticamente. Que deje de danzar. Que ponga las dos plantas sobre el suelo y respire. Verá como los demás se alejan.

Al principio sentirá temor, soledad  y angustia. Luego, cuando ya no se oiga ni una sola nota, ni el rozar de los zapatos de los danzantes contra el suelo, sentirá paz, y quizás puede que hasta se permita el lujo de, tranquilamente, dedicarse a sonreír.