Revista Educación

Dejemos de alabar la picaresca

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Dejemos de alabar la picaresca

Recuerdo que me "vendieron" el Lazarillo de Tormes. cuando era chica, ese clásico de la literatura española que comenzó a leerse en el siglo XVI, diciéndome que su protagonista era un divertido y simpático niño pícaro. Y sí, es gracioso, pero esta novela picaresca ahonda en el fétido olor que deja la desigualdad social y la corrupción en una sociedad. Llevo tiempo dándole vueltas a por qué está bien visto ser un pícaro. Parece que las palmaditas en la espalda se le dan a quien consigue defraudar a Hacienda sin que lo pillen, pagar menos impuestos, estafar a un dependiente o hasta sacar gratis de la maquina unas tabletas de chocolate. Encuentro en internet un revelador artículo, de El País, sobre estudios psicológicos que confirman que los españoles somos desconfiados y que ello se debe, nada más y nada menos, que a la picaresca histórica que se asocia a este territorio que compartimos.

No quiero contar aquí los casos que me han llegado de picaresca y malas ideas relacionados con la catástrofe que se está viviendo en La Palma, con la erupción en Cumbre Vieja. Prefiero que quede registrada tanta solidaridad, que sólo aparezca la buena gente que lleva días mal comiendo y durmiendo poco para ayudar a otras personas, la mayoría de ellas desconocidas. Dice un refrán que "a río revuelto, ganancia de pescadores", pero, en el caso de esta frase, quienes aprovechan la poca orientación de los peces no perjudican con ello a otras personas. El problema con esta maldita picaresca es que la gente inocente suele ser la víctima, son ingenuos, incapaces de desconfiar en los demás, porque no conciben un mundo en el que no se pueda tener fe en el ser humano. Es una pena que de obras como el Lazarillo de Tormes, nos hayan quedado en el imaginario sólo esos engaños que el niño usa en su intento por sobrevivir, y no la necesidad de una sociedad más igualitaria y justa, donde sea imposible, por ejemplo, subir el precio del alquiler de habitaciones y viviendas en tiempos de desgracia.

Dejemos de alabar la picaresca


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