¿Desaparecerá también el correo electrónico?

En 1990, un desarrollador de una empresa canadiense creó WinFax, un innovador sistema que te permitía conectar tu ordenador personal a la red para, oh milagro, enviar por fax un documento. Sí, queridos lectores, yo usé semejante dispositivo. Así se enviaban las convocatorias y notas de prensa en el siglo pasado, una vez escritas en el procesador de textos se preparaba el envío y se conectaba el cable para que, durante la noche, cumpliera su función. Esto suponía que podías despertarte de madrugada, aterrada porque se te había olvidado "conectar el cable del güínfas". De esa época, apenas habíamos cruzado la frontera del año 2000, recuerdo que alguna vez se enviaba un correo electrónico. Siempre se llamaba después a la persona para comprobar su recepción, porque no confiábamos en la eficacia del envío virtual. Y toda esta historia de abuela cebolleta no es más que para señalar que me ha dado por pensar en que a los correos electrónicos, como a los fax que ahora sólo se usan para cuestiones burocráticas y legales, están en riesgo de extinción, a cuenta de los servicios de mensajería instantánea de los móviles inteligentes (presuntamente). Hace unas semanas terminé un trabajo, bastante largo y exhaustivo, en el que ningún miembro del equipo utilizó el correo electrónico. Han pasado tan solo veinte años desde que nos dio suficiente confianza el email como para guardar los cables del winfax y desterrar el programa al olvido (sigue existiendo, no sé muy bien con qué objetivos, pero seguro que es muy útil y tal), para que yo vuelva a llamar por teléfono al destinatario, porque no me fío de que abra su bandeja de entrada todos los días. Es posible que, en solo dos décadas, un medio que cambió nuestra forma de comunicarnos nazca, crezca, se reproduzca hasta el infinito y muera. Y para quien vivió un mundo en el que no existía internet, los ordenadores estaban solo en las universidades o centros de espionaje y se comían pipas en un banco sin tener móvil para solucionar las discusiones, confieso que da vértigo.

Ni siquiera he encontrado una imagen gratuita para explicarles qué era un teléfono fax. ©Freepik.