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Diario de a bordo: decálogo del buen baño

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Añorado Capitán:

Uno de los momentos más íntimos con los lechones es sin duda el momento del baño. Lo cierto es que cada vez están más rosados y gorditos y ya casi no caben en la pequeña bañera. Y pensar que hace un año eran apenas unos espermatozoides perdidos en el útero y luchando en un sprint que, gracias a Dios, acabó con un éxito doblemente inesperado. Me puedo imaginar la conversación entre esas pequeñas angulas en miniatura.

—Corre corre que viene el pelotón detrás. Soy Antón, ¿y tú?

—Yo me llamo Tomás. Qué curioso, no te había visto nunca.

—Es que yo soy del izquierdo.

—¡Ah, vale! Con razón no me suenas, yo me crié en el derecho. ¿Cómo es el izquierdo?

—Aburrido, depende de la época está uno muy apiñado, pero bueno…se iba llevando. ¿En el derecho qué? ¿Qué tal por ahí arriba?

—Bien, sin más.

—¿Tú ves algo?

—Allá al fondo parece que… ¡Es una bola gigante! ¡Creo que es allí!

—¡Pues acelera coño!

—Solo puede quedar uno. O tú o yo.

—Oye, tú vas muy rápido, no te habrás metido algo.

—Sí, clembuterol no te jode. Soy así, inquieto. En el testículo me llamaban “El nervio”.

—¡Anda! Pero, pero si hay dos. ¡Dos estructuras esféricas!

—Una para cada uno. ¡Mueve la cola que se acercan! Rápido.

Y así me imagino que se creó el milagro de la vida. En una carrera que ganaron los más rápidos y fuertes. Como la vida misma. Es que empezamos ya compitiendo entre nosotros. De ser dos pececillos han pasado a ser dos criollos sabrosos que se van haciendo mayores día a día. Es una transformación mágica que sucede delante de nuestros ojos y como pestañee se pasó. Y eso no vuelve.

Así que cada baño es un ritual precioso. Mientras mama osa les saca el pañal y los prepara para el baño, papa oso (es un símil Capitán) prepara la bañera y vigila que el agua esté en su punto. No queremos hervir a los lechones.

Ahora hemos comprado una especie de cubo en el que metemos a los chavales que flipan con el agua. Un cubo. Estos humanos inventan de todo, aunque ya esté inventado, para sacarles los cuartos a otros humanos.

Este es el esquema de un baño rutinario:

  1.  Tomo al bebé pelón A en mis brazos y lo agarró bien no vaya a ser.
  2. Me mira con cara de: ¿Otra vez?
  3.  Lo introduzco en el cubo y él abre los ojos en una mezcla compensada de gustito y miedo.
  4. Me olvido de sacar la esponja. Bebe pelón A está sentado sobre ella.
  5. Meto la mano. Creo haber encontrado la esponja, pero en realidad le aprieto los huevillos al bebe pelón A que no se lo esperaba.
  6. La esponja en realidad estaba apoyada a mi lado, fuera del cubo.
  7. Me río.
  8. Se ríe.
  9. Lo enjuago bien, hablo con él e intento que no trague agua.
  10. Traga agua.
  11. Dos veces.
  12. Lo saco chorreando y lo aprieto contra mi camiseta, lo envuelvo en su albornoz y se lo entregó a su madre.

Pero la cosa no acaba aquí. Hay otro bebé.

  1.  Tomo al bebé pelón B en mis brazos y lo agarró bien no vaya a ser.
  2. Me mira con cara de: ¿Otra vez?
  3.  Lo introduzco en el cubo y él abre los ojos en una mezcla compensado de gustito, miedo y en este caso, algo de pereza.
  4. Me olvido de sacar de nuevo la esponja. Bebe pelón B está sentado sobre ella.
  5. Meto la mano. Me vuelvo a equivocar y le aprieto los huevos. Se ríe.
  6. La esponja en realidad estaba, otra vez, apoyada a mi lado, fuera del dichoso  y opaco cubito.
  7. Me río.
  8. Se ríe.
  9. Lo enjuago bien, le canto e intento que no trague agua.
  10. Traga agua.
  11. Dos veces.
  12. Lo saco chorreando y lo aprieto contra mi camiseta que ya está mojada de antes, lo envuelvo en su albornoz y se lo entregó a su madre.

El vínculo que se establece en estos primeros baños Capitán es muy chulo. Se lo noto a ellos también.

—Ya creceremos ya.  Y ya te bañaremos nosotros a ti cuando seas mayor. Ya verás como vamos a perder la esponja también. Varias veces papi.

Después la madre sigue con el ritual de vestirlos, ponerles la cremita en el culo y todo eso que solo se lo harías a tu hijo. Salvo si eres proctólogo que entonces es tu rutina, pero no estableces vínculos en ningún momento. Mi padre que es un dermatólogo muy bueno y muy conocido (que por cierto sigue en activo y tiene unos precios buenísimos) me aconseja que los bañe cada dos días. Para que no encojan supongo. 

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Lo dicho Capitán, toda una experiencia.

Seguiremos informando.


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