«¿Dimitir de qué?»

Han pasado diez años, diez largos años llenos de avances y de cambios desde que Rafael Gómez 'Sandokan', cuestionado por si iba a dimitir como concejal de Córdoba tras ser condenado por el Caso Malaya pronunciaba unas palabras que aún hoy siguen resonando: "¿Dimitir de qué? Dimite tú". "Qué dimitir ni dimitir".

Exactamente las mismas palabras que se traslucen en cada una de las afirmaciones de uno de los presidentes de federación deportiva más vergonzosos que ha tenido España en los últimos años, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales.

Tras su deplorable comportamiento ante todo el mundo, nos insulta en cada una de sus declaraciones diciéndonos que nos vayamos a la mierda, que está por encima de todo y que, si no nos gusta, pues a... Sí, porque habla así, y eso es lo que está tras cada una de las sílabas que salen de su boca. De esa sucia boca que se cree con el derecho de robar besos a mujeres en momentos de sentimientos desbordados.

Ayer oía decir que tenía que elegir entre ser futbolista o ser presidente de la federación. No señor, tiene elegir entre ser persona o ser un ser abominable. Porque lo que muestra el comportamiento de este ser, porque no tiene cabida en él la palabra señor, no es otra cosa que la impunidad de creerse por encima de todo, la perpetuación de un comportamiento que aún tenemos que soportar las mujeres de muchos especímenes que desarrollan su vida como si estuvieran en las cavernas.

Medios internacionales hablando de que Rubiales es el ejemplo del país de machirulos del que presume ser España; el Finantial Times diciendo que las marcas tienen la oportunidad de forzar que los dirigentes del fútbol sean otra cosa; miles de personas en todo el mundo que han visto las vergüenzas de tener al frente de una institución a una persona que debería estar encerrado en su casa aprendiendo comportamientos mínimos y, como no, igualdad.

El problema es profundo. Este señor llegó a la Federación Española de Fútbol dando lecciones de algo que no ha cumplido ni uno solo de los días en que ha ejercido su cargo. Corruptelas, conversaciones vergonzosas, acuerdos con países en los que se machacan los derechos humanos, en general, y los de las mujeres, en particular, son su legado, Se perpetuará porque tiene secuestrada la voluntad de todas y cada una de las personas que tienen la capacidad de elegirle y tendremos que aguantarle porque ¿dimitir de qué?

Rubiales nos pone frente al espejo, pone frente al espejo a un país en el que ese tipo de comportamientos todavía se ríen en ciertos medios de comunicación, en el que la ultraderecha consigue sus votos a costa de escupir contra la igualdad y en el que se ha hecho mucho trabajo, sí, pero en el que aún queda mucho por hacer.

Si quiero mirar al futuro, prefiero quedarme con esas jugadoras que han hecho posible el gran cambio y con esos hombres, cientos y miles de hombres que han alzado la voz contra un energúmeno que debería coger vacaciones para no volver.