Revista Educación

¿Dónde está Adèle?

Por Siempreenmedio @Siempreblog
¿Dónde está Adèle?

Yo confieso que me gusta la novela negra. No desde estos pocos años en los que se ha vuelto famosa y protagoniza ferias, seminarios y tesis universitarias, sino de siempre. Recuerdo leer de chica los Relatos que me asustaron del cineasta Alfred Hitchcock (niños, no lo hagan en sus casas, sin supervisión adulta) y con el paso de los años siempre se me va el ojo para las historias de intriga. Me da igual que los protagonistas sean policías, investigadores privados, guardias civiles o una vecina dada a observar detrás del visillo. Porque a mí las obras de George Simenon (estuviera o no su célebre personaje Maigret) me enseñaron a fijarme en la personalidad de los más vilipendiados, de los sórdidos, ridículos y solitarios. Por eso subí la ceja cuando leí una reseña sobre un libro recién publicado por la editorial Impedimenta, La desaparición de Adèle Bedeau, de Graeme Macreae Burnet, que había en él mucho de Simenon.

Con el ceño fruncido y ganas de despotricar sobre el libro, comencé una novela que me presentó a un tipo solitario, Manfred Baumann, rodeado de seres también solos pero que no lo saben. Porque sí, el tratamiento psicológico de quienes viven en esta novela es demoledor. También está el pequeño pueblo. Y las desapariciones. Y las muertes. Y un policía que quiere pero no puede. Aunque sea Adèle la que desaparezca, también lo hará el lector, para ir descubriendo otros tiempos, traumas, frustraciones, miedos. Así que mientras se busca a Adèle, una joven camarera de un restaurante de esos propios de las historias de Simenon, donde una clientela fija simula que se acompaña en la vida, es posible que sean otros muchos los que se encuentren.

¿Dónde está Adèle?


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