Revista Opinión

Donde no esté ella

Publicado el 14 septiembre 2016 por Manuelsegura @manuelsegura

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En julio pasado, José Manuel Claver confesó al periodista Daniel Vidal en las páginas del diario La Verdad de Murcia que en 1994, antes de cumplir los 40 años, los médicos le detectaron un tumor en el colon y metástasis en el hígado y que no le dieron más de tres meses de vida. Entonces, no se lo dijeron a él, explicaba, sino a su mujer. Desde esa fecha, lo operaron hasta seis veces. Claver era en aquel tiempo un prometedor teniente coronel jurídico de la Armada. La vida lo sometió a esa dura prueba y decidió pasarse a la reserva. Sería a partir de entonces cuando comenzara a asesorar al Sindicato Central de Regantes del Tajo-Segura, cuya presidencia alcanzaría en 2009.

Este verano se sometió a una de sus habituales revisiones médicas. Lo hizo en Torrevieja, su lugar de vacaciones. La cosa no fue como se esperaba por lo que se le trasladó al hospital universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia donde, tras mejorar, sufrió una recaída al verse afectado por una bacteria detectada en ese centro hospitalario. Ingresó en la UCI, donde falleció hacia las 4 de la tarde del martes, día de la romería en la capital del Segura.

Aquella deliciosa entrevista, en la que Claver tenía sobre todo palabras de amor y eterno agradecimiento para su mujer [“No recuerdo nada donde no esté ella”, reconocía emocionado al periodista], suena hoy como una especie de testamento vital de un hombre convencido de una idea. De alguien que se consideraba un superviviente nato, al tiempo que un privilegiado. Y de un luchador que creía que el agua era realmente la vida, pero con profundo conocimiento de causa y sin demagogia populista. Ni siquiera fue demagogo cuando su entrevistador le preguntó por sus preferencias culinarias; mientras otros hablan, fingiendo y simulando, de guisos y potajes de su madre o su parienta, Claver fue claro y directo: los langostinos del Mar Menor, aunque ese mar no esté ahora como debiera, apostillando: “Y el que no los quiera porque tenga aprensión, ¡que me los pase!”.


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