Revista Coaching

Dos años de consultoría artesana

Por Elgachupas

Anís y canelaPues el año ha tocado a su fin y, como no podía ser menos, cualquier parecido con lo «planeado» hace doce meses ha sido pura coincidencia —bueno, también fruto de la obstinación y el compromiso, todo hay que decirlo. Termina un ejercicio en el que cumplo dos años como consultor artesano en efectividad centrada en las personas con un balance muy positivo. Por supuesto, las cosas podrían haber ido mejor. Pero sería injusto por mi parte no reconocer todo lo conseguido en un año marcado por tanta inestabilidad política que, al menos en mi percepción, se ha dejado notar en la actividad de buena parte de las organizaciones españolas.

El año comenzó en enero con una visita relámpago a Amsterdam para compartir estrategias, aprendizajes y planes de negocio con muchos de los partners de la David Allen Company (DAC) de todo el mundo. Mi buen amigo José Miguel Bolívar y yo fuimos en representación de OPTIMA LAB como nuevos partners europeos. Aprovechamos la oportunidad para celebrar el 70 cumpleaños de David Allen junto a su mujer Kathryn —un encanto de mujer, por cierto–, y anunciar oficialmente la llegada de la tan necesaria formación oficial de GTD a España. Sin duda, que hayamos conseguido traer los cursos oficiales de GTD a nuestro país es un hito del que me siento muy orgulloso, y por el que siempre estaré agradecido a José Miguel, quien me dio la oportunidad de formar parte del proyecto desde el principio.

A finales de marzo hice un alto en la actividad habitual para completar mi formación como Master Trainer de la DAC, lo que me llevó de nuevo a Amsterdam durante una semana con David Allen y buena parte de su equipo académico. Una experiencia que, a parte de lo profesional, me demostró la faceta más humana y la humildad con la que todos en la DAC, y muy especialmente David y Kathryn, afrontan la misión de llevar GTD a todo el mundo, como medio para mejorar la felicidad de las personas. Una misión que, ni que decir tiene, comparto plenamente, y que me ha llevado por caminos inesperados durante los últimos años. Caminos que nunca hubiera transitado de no ser por la oportunidad y el apoyo que me dieron mis colegas y amigos de OPTIMA LABPaz, Antonio José, David, Cruz, Jesús y el propio José Miguel—, con los que tengo una enorme deuda de gratitud.

Los días pasados en Amsterdam fueron simplemente el comienzo de una nueva etapa de intenso trabajo que me llevó buena parte del año, y cuya penúltima etapa apenas concluyó hace unas semanas, gracias a la cual por fin contamos en España con cuatro nuevos Certified Trainers en GTD. Lo mejor es que ya hay otros Trainers en proceso de certificación, por lo que durante el próximo año se nos unirán nuevas caras casi con toda seguridad.

Otro hito importante en este proceso tuvo lugar en junio con el primer curso oficial de GTD en España, una formación de calidad y altamente valorada por las organizaciones que se toman en serio la mejora de la productividad de sus profesionales del conocimiento, como lo demuestra el feedback que hemos ido recibiendo de nuestros clientes a lo largo de la segunda mitad del año. La mejor prueba es que algunos de ellos son repetidores, y ya tienen programados nuevos cursos para el primer trimestre del próximo año.

El trabajo relacionado con la DACA y la formación no me ha dejado mucho espacio para enfocarme en el mundo más allá de GTD. Aún así, en abril tuve la oportunidad de volver a saludar a Santi García con la excusa de la presentación de su último libro «El arte de dirigir personas hoy». Un evento en el que, además de reafirmar el profundo conocimiento que tiene Santi sobre las dinámicas internas de las organizaciones en relación con la felicidad en el trabajo, también tuve la fortuna de conocer en persona al profesor Enrique Dans. Toda una institución en el IE Business School y la blogosfera hispana, al que siempre he admirado y respetado por su forma de comunicar. La conversación con estos dos cracks fue precisamente la que me inspiró para escribir uno de los posts que considero más relevantes este año en el blog, sobre el isomorfismo en las organizaciones. Hace falta que las empresas mediten seriamente sobre las razones por las que les cuesta tanto hacer cambios en la manera de enfocar la efectividad personal en el trabajo del conocimiento.

También tuve ocasión de asistir a dos nuevos eventos #cafeYProductividad, uno en junio en Madrid y otro en noviembre en Barcelona, donde pude seguir departiendo con lo más representativo de la productividad personal española. Dejando a un lado enfoques a veces radicalmente diferentes, estos eventos, surgidos de las mentes productivas e inquietas de Jeroen Sangers, Daniel Aguayo y Jordi Sánchez, siempre son una excelente oportunidad para desvirtualizar a colegas de este apasionante mundo —cada vez me quedan menos—, estrechar lazos, continuar aprendiendo y seguir sintiéndome parte de esta fantástica comunidad de conocimiento abierto que dio origen lo que soy y hago hoy en día.

En este sentido, el blog, que durante largas temporadas estuvo «dormido», se está consolidando desde hace un par de años como mi mayor y mejor herramienta de consultoría artesana para compartir conocimiento. Los 41 posts del año pasado, y los 69 —juro que ha sido casualidad— de este que acaba hoy, son la prueba de su despertar. Tengo que reconocer que mi objetivo inicial era alcanzar los 80 posts, pero mantener la doble cita semanal me resultó imposible, incluso estrujando al máximo el concepto MASS. Eso sí, al menos pude escribir algunas colaboraciones para mis amigos de Sintetia, El Canasto, Optima Infinito y BSOCO (Software Corporativo), y compartir temas que considero importantes.

Del trabajo bloguero del año, la iniciativa de la que me siento más satisfecho es probablemente el inicio de la necesaria serie de posts bajo el hashtag #CoreGTD, con la que pretendo profundizar en los aspectos más genuinos de GTD. Y digo necesaria porque, a pesar de tener publicado el ebook «GTD para dummies» desde 2011, y el libro «Productividad personal en una semana» desde 2012, siento que la experiencia adquirida desde entonces y mi nueva perspectiva como formador pueden ayudarme a hacer un mejor trabajo al explicar las ideas que llevaron a David Allen a presentar su metodología en 2001. Se trata de una serie que ya tiene diecisiete entregas publicadas, y que me llevará seguramente buena parte del próximo año 2017 en terminar. El tiempo dirá si este esfuerzo cuenta con el favor de los lectores. En cualquier caso, y como ya viene siendo habitual, habrá ebook al final de la serie.

La gran «perdedora» de este año ha sido mi actividad como coach. A pesar de haber terminado mi formación para la certificación ICF con el maestro Alfonso Medina, me ha sido completamente imposible trabajar con clientes. Es una espinita que tengo clavada y que espero sacarme muy pronto. Siento que hay mucho desconocimiento ahí fuera sobre lo que significa el coaching y su verdadero potencial, y me gustaría aportar mi granito de arena para darle el lugar que se merece como herramienta para hacer personas más felices.

Y no puedo terminar el repaso de este segundo año de consultoría artesana sin mencionar también lo que se ha convertido ya en una de las señas de identidad de OPTIMA LAB, una red productiva que ayuda a personas y organizaciones a ser más efectivas para lograr sus resultados por medio del aprendizaje basado en la experiencia y nuevas metodologías centradas en las personas. Me refiero, cómo no, a las dos nuevas Jornadas de Innovación que tuvieron lugar en julio y en septiembre. Van ya siete, y las próximas, que tendrían que haberse llevado a cabo en diciembre —por cuestiones logísticas tendrán lugar en unos días, ya entrados en enero—, será las octavas. Una forma de trabajar más que consolidada, cada vez más reconocida por muchos colegas adheridos a la declaración de consultoría artesana. Un auténtico laboratorio que nos permite tomar de nuestra propia medicina para asegurarnos de su efectividad antes de ofrecérsela a nuestros clientes. La piedra angular que nos permite compartir nuestro conocimiento con honestidad, convencidos de que lo que decimos está sustentado por la ciencia y por nuestra propia experiencia.

Quiero pensar que hoy el mundo es un poquito mejor en parte gracias a mi trabajo durante estos últimos meses. Puede que no haya aportado mas que un pequeño granito de arena en una playa perdida del mundo, pero es mi granito de arena. Ojalá que muchos de vosotros sintáis lo mismo, y si no, que pronto descubráis una manera de conseguirlo. Disfrutad de esta noche vieja, y recordad que hacer que el próximo año merezca la pena solo depende de vosotros. ¿Ya habéis pensado qué vais a hacer para conseguirlo?


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