antes que el gallo cantara
en sórdidos lugares en los que el pecado
no es opción sino contraseña.
Mientras preguntaba al sucio espejo
detrás de la barra que reflejaba sus caderas
si esa noche sería otro o sería yo, Señor
Como Judas te vendí sin dudarlo
por una bolsa llena de promesasveladas de muslos hambrientos
y de ese carmín que tan fácilmente
jugaba a ser robado por mis labios
Ahora sólo busco una soga
para sujetar mi remordimiento