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el bucle inconsciente

Publicado el 02 diciembre 2009 por Bitacorarh

 esta semana pude ver uno de los programas de Redes (La2) que tenía atrasado: “El experto y sabio inconsciente”. Este programa terminaba con una frase muy interesante: “una de las funciones de la conciencia es seleccionar comportamientos que puedan automatizarse y volverse inconscientes” – John Bargh.

Cuando escuché la frase me acordé de algo que me ocurre de vez en cuando. Cuando aparco el coche y pasa un rato, siempre me paro a pensar si lo he cerrado o no. A veces la duda que me aborda es tan grande que tengo que volver para comprobar si efectivamente lo he cerrado. Tirando de estadística, el 99,9% de las veces el coche está cerrado. La solución parece sencilla: si no volviera a comprobarlo, lo más probable es que no pasase nada, pero hay algo que me impide optar por este camino.

En el programa de Redes se maneja un concepto muy interesante sobre el inconsciente. Aleja este término  de la oscuridad a la que se le asociaba en el pasado y lo presenta como un elemento fundamental que nos permite  convivir con nuestro entorno con total naturalidad. Es más, gracias al inconsciente, la conciencia puede trabajar con libertad. Mientras el inconsciente se caracteriza por permitirnos vivir el presente, la conciencia nos permite viajar en el tiempo revisando el pasado y planificando el futuro sin que ello interfiera en nuestro día a día.

Además, la idea de que la conciencia está reservada para tareas importantes queda descartada. Los límites máximos de información con los que trabajan ambos lo deja claro: conciencia - 50 bits/sg; inconsciencia - 11.000.000 bits/sg

Hace ya tiempo escribía una entradaen la que se explicaba cuál era la ruta para alcanzar la competencia máxima, es decir, la competencia inconsciente. Un camino que va de la incompetencia inconsciente a la competencia inconsciente. En ambos casos, el camino empieza y termina en la inconsciencia, lo que deja claro la importancia de la misma. Pero hay algo de esta ruta que me preocupa, y es que el final no siempre tiene porqué ser el final. Puede llegar a producirse un bucle que lleve de nuevo a la incompetencia inconsciente (véase el ejemplo que contaba al principio).

Alguien me dio un buen consejo un día: duda constantemente de todo lo que haces, seguro que hay maneras mejores de hacer lo que estás haciendo. 

La inercia es peligrosa si no se revisa, y a pesar de la importancia de la inconsciencia, ésta puede someternos a sus trampas haciendo que demos por hechas cosas que no lo son.

Debemos ser muy cuidadosos a la hora de seleccionar aquellos comportamientos que queremos automatizar y convertir en hábitos inconscientes, porque si nos equivocamos lo que ocurrirá es que la ruta de la competencia dejará de ser un camino de dirección única para pasar a ser un circuito circular.


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