Recuerda, cómo en los 80, el futuro era algo refulgente, lejano, prometedor. Recuerda un slogan de un anuncio de telefonía que en 1985 decía “faltan 15 años para el año 2000”. Como si en el siglo XXI todo fuera a ser diferente, nuevo, mejor. ¿Ustedes, acaso, no pensaban que iríamos al trabajo en coches voladores, comeríamos píldoras de colores, y seríamos los amos del espacio exterior?
La realidad se ha impuesto. El futuro ya está aquí. Ni siquiera hemos puesto un pie en Marte y estamos más cerca del futuro distópico de “Hijos de los hombres”, “Mad Max” o “In time”, de lo que nos gustaría. Con todo, el desarrollo de la tecnología continúa siendo relativamente lento pero imparable. Hoy sale a la venta el iphone 6, con todo lo que ello supone para los fanáticos del legado de Jobs.
En 2015, saldrá a la venta su iWatch, un reloj que prometen que hará de todo –podremos consultar mails, las alertas de las redes sociales, supervisará nuestro entrenamiento, pulsaciones, etc- excepto poner la lavadora por nosotros. Algo que, por cierto, ya está en el mercado disponible para Android. Es la revolución de los wereables. Artilugios ponibles –como anillos, camisetas, pegatinas o relojes- que ayudan a controlar otros dispositivos y pueden medir nuestras constantes.
Nos hemos convertido, y con gusto, en una especie de cybors voluntarios alimentados por la fiebre del hiperconsumo y que ha hecho que la pirámide de Maslow se revise. Y que antes de las necesidades fisiológicas coloquemos, por este orden, la batería y la conexión WI-FI.
Como dice la madre octogenaria de un amigo, estos de la manzanita parecen Julio Verne. Y el coche volador, la promesa del Aeromóvil de los 90, sin despegar. Y si lo hace, ¿qué se juegan que no consumirá agua?
Puzzle Bobble
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Puzzle De Bloques
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