Revista Educación

El descanso

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El descanso

Nos hacen creer que la motivación es un estado inherente al ser humano, que vamos a estar llenos de energía todos los días, semanas y meses de todo un largo año, y que esas ganas te llevarán lejos, que no debes perderlas... Pero lo cierto es que también existen esos días, esas semanas, meses y años en que no eres capaz de levantar un dedo para hacer aquello que te gusta y que el paso del tiempo ha convertido en obligación. Si una persona motivada es capaz de todo, una persona desmotivada no puede hacer prácticamente nada.

Llega ese momento en que no se te ocurre qué escribir.

Es cierto que la motivación es inherente a la persona, puesto que desde que nos despertamos estamos tomando decisiones y organizando nuestra agenda en función de aquello que consideramos necesario, buscando satisfacer una necesidad u orientando nuestros esfuerzos a la consecución de un objetivo.

Ocurre que cuando los niveles de motivación están un poquito más bajos sufrimos una pérdida de interés por aquello que en su momento nos gustaba, y que hasta los objetivos que tanto nos ilusionaban se convierten en una pesada losa.

Qué fea es la palabra desgana y con cuánta frecuencia se manifiesta en inumerables ámbitos de la vida. Desde bien pequeño, cuando te enfrentas a la pesadez de seis horas de estudio diarias intentando abrir la mente para que penetren conceptos que no entran ni con calzador, y que sigue ahí, manifestándose durante toda la vida en nuestro entorno familiar, destruyendo nuestra ilusión por el trabajo - si alguna vez la tuvimos -, y tantas situaciones que no nos ilusionan pero que, se supone, tenemos que afrontar.

Existen esos momentos en que no eres capaz de ver tus objetivos con claridad, no sabes en qué estás trabajado y a dónde te conduce tanto esfuerzo. ¿Seguir mi camino? Pero si realmente no quiero permanecer en ese camino...

No nos engañemos, esos días llegan. La desgana nos permite identificar que algo pasa, y que lo mismo tenemos que tomar otro tipo de decisiones en lugar de estar dándonos golpes contra la pared.

Sí, es fundamental que cuidemos ese impulso por vivir, esforzarnos y seguir siempre adelante, que busquemos pequeñas y grandes recompensas que nos muevan a la acción, por tontas que parezcan. Es tan simple como dar una respuesta positiva ante esas señales de alarma. Analiza y recuerda los porqués: Qué objetivos quieres conseguir y los beneficios que te están esperando, los dos alicientes más potentes para perseverar en la batalla.

Pero si en algún momento sentimos que no nos apetece librar esa batalla, quizás tampoco esté tan mal dejar un tiempo para el descanso y analizar por qué hemos perdido el interés hasta por lo que tanto nos gustaba.

Tómate un respiro y descansa. Solamente descansa.


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