Revista Comunicación

El efecto “concursos de la tele”

Publicado el 06 octubre 2011 por Mugen

Porque los concursos de la tele, las cosas con son, son una cacola aburrida que nadie elige poner como elección principal en su televión. Nunca pasa nada, no te vas a llevar el dinero aunque te sepas las preguntas desde el sofá de tu casa y los presentadores nunca hacen gracia. Aún así, cuando estás zapeando aburrido de cadena en cadena, y te topas con uno, dejas de cambiar de canal y como un imbécil te encuentras gritándole a la tele, como un capullo, las respuestas a las preguntas. Estás enganchado y no sabes muy bien por qué.

El efecto “concursos de la tele”
¿Cara de seducción o posible mutación zombie? con la E…

Pues ése es el efecto “concurso de la tele”, mis queridos amigos. Sabes que estás perdiendo el tiempo, que no vas a aprender nada viendo al Sobera hacer el imbécil con las cejas; al menos si estuvieras viendo la 2 acabarías conociendo los sensuales ritos de apareamiento de la torcaz cuellilarga y su peculiar relación de escala cuello-miembro ¿Pero esto puede trasladarse a los videojuegos? ¿Es posible que uno acabe enganchado como un imbécil, cabreado y a la vez fascinado, sumergido en una diversión sin fin y sin sentido, que no le aporta ni siquiera la posibilidad de mejorar su juego? Sí, amigos míos, yo lo he descubierto al descargarme en mi tablet el “Game Dev Story”, un título tan sencillo como fascinante como descerebrante. Me ha atrapado durante todo el día de hoy como un alien chupacerebros a Fry si éste tuviera cerebro, cuando, realmente, te tiras todo el juego sin practicamente hacer nada (de provecho).

Game Dev Story es la aventura de un empresario que decide montarse una empresa de videojuegos y contrata, para ello a cuatro currantes para que le hagan el trabajo sucio; por supuesto, el jefe es un perdonavidas, cuya única función es recibir al empleado de turno preguntándole “jefe, me gustaría darme el palizón de currar el doble y así mejorar los gráficos del siguiente juego que vamos a hacer” y cosas del estilo; tú, por supuesto, puedes responderle “¿Cómo? ¿Y estropear mi gloriosa silla de cuero con tu sarnoso culo? ¡Fuera de mi empresa, comunista invertido!” y quedarte tan ancho, con lo que el trabajador se vuelve a su puesto con un suspiro ahogado. Así es Game Dev, vista isométrica, curritos con sus stats y niveles (meterle niveles a estos juegos es como una tercera teta), que machacan código para hacer un determinado título cuya temática y plataforma tú decides. Y punto, tomas decisiones y ellos se toman un buen rato tecleando, tú les miras, sacan el juego y te dan más o menos pasta en función de tu popularidad; y vuelta a empezar.

¡¿Pero entonces por qué no puedo dejarlo?! ¿Por qué he hipotecado mi tarde a esta estupidez? Es sencillo, por el efecto “concursos de la tele”. El juego presenta un escenario inmutable (la oficina de curro, que se amplia cuando lo petas en las ventas), unos personajes tontorrones que hacen todo a voluntad del presentador/jugador (lo que vendría siendo los concursantes), las variaciones justas para que te tengan enganchado (las distintas pruebas en los concursos, aquí la presentación de nuevas consolas y la necesidad de comprar sus kits de desarrollo para avanzar ya que los sistemas antiguos desaparecen) y el coche, el gran premio, que en Game Dev es ganar un millón de dolares al haber creado el mejor juego del año… que siempre lo gana Senga y también un poco Nontendo con el Super Sergio Bros (True Story). Con esta combinación de elementos, estás perdido ¿Y que pasa cuando empiezas a aburrirte? Hay el juego aplica la gran enseñanza que hizo grande a Emilio Aragón y su hit “El juego de la oca”, sí, amigos de lo erótico; sacar a hermosas hembras a enseñar palmito; lo que en el idioma de videojuegos se conoce como “feria de videojuegos y sus babes”.

El efecto “concursos de la tele”

Llámame “Game Dev” y déjame un rato tu hipotálamo parietal

Esta combinación, muy bien aplicada, hace de Game Dev Story un juegazo embobador y que parece no tener final, debo llevar jugadas unas ocho horas y estoy a ver si encuentro un maldito ingeniero para fabricar una consola (creo que la consola es como los reyes magos, pero ya os iré informando) Lo que le hace ser un perfecto concurso de la tele en el que nunca pasa nada pero la emoción puede palparse y untarse en tostadas.

Y yo que pensaba que lo más atontante era otro efecto, el conocido (popularmente) como el efecto “serie de televisión de los 80″, sí, ya sabéis: argumento idiota, pero que te entretiene y no sabes muy bien por qué pero quieres saber cómo termina. Para mí eso se llama “Xenoblade Chronicles”, un título que te atrapa por su jugabilidad y a las 40 horas, cuando ya has visto (casi) todo a nivel jugable, de repente te lo quieres acabar aunque estés hasta el chorizo de escuchar a Shulk gritar: ¡Fioraaaa! (que viene siendo la Laura de su Urkel); pues no, este maldito Carlos Sobera de android es el auténtico veneno, comenzar el juego haciendo títulos casual para vender, machacar a tu público a secuelas y que te envíen cartas de rechazo “¡Queremos más innovación!”, para ponerte a hacer juegos shooter para la Plostation 2… ays… sacadme de esta droga, solía tener una vida y ¡Oh! Una nueva feria “Gamedex” ¿Llevaré Babes o sólo disfraces de mascotas?

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