Revista Educación

El fuego y el combustible

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Hace un tiempo que se me quitó la tontería de acumular por placer. Probablemente la responsabilidad es de las siete mudanzas que protagonicé en cinco años, pero la realidad es que ya no tengo la pulsión de antes por engordar las estanterías con música y libros. Miento. La tengo. Pero la controlo sin apenas esfuerzo con el mero recuerdo de los viajes en metro rodeado de cajas (¿por qué siempre me mudo en verano?). Para mí, azote de los románticos, un libro electrónico y el Spotify (Premium) son Dios hecho hombre que ha bajado a la Tierra a salvarme.

Aun así admito que ahora me pierdo cosas. Una importante es el disfrute de un disco de principio a fin, concebido como entidad propia y elaborado con esa intención. Un disco con introducción, nudo y desenlace. Por ejemplo, y nadie conseguirá que cambie de opinión, disfrutar del mejor comienzo de disco que ha existido: Pearl Jam y su tema Go, del disco Vs. Tremenda bofetada para empezar una obra que no te va a permitir respirar hasta 45 minutos después. Existe otro elemento, menos habitual y no siempre exitoso, que echo en falta aún más. Hubo un tiempo indeterminado en que los artistas incorporaban pistas ocultas al final de sus discos. A veces la sorpresa venía en forma de último tema extrañamente largo, con un silencio de varios minutos tras el que surgía un acústico, una broma, unos acordes en forma de saludo o despedida. Otras veces, las más aprovechables, una pista extra no anunciada en el libreto.

Así, como sin querer, se me presentó la mejor canción de mi admirado Jorge Drexler, como la pista número 13 del disco "12 segundos de oscuridad", de 2006. Este disco, según el propio autor, fue compuesto a raíz de una dura separación. Drexler se retiró a Cabo Polonio, en Uruguay, un lugar aislado y sin cobertura, un lugar con un faro cuya rotación tiene un ciclo de doce segundos. Para el autor "el álbum habla de la oscuridad como maestra, de que te enseña cosas en momentos complicados en la vida". El disco es un camino desde la aceptación del dolor ( Yo buscaba el rumbo de regreso sin quererlo encontrar... La noche cerrada apenas se abría se volvía a cerrar... Todas mis canciones por una sola certeza... La vida es más compleja de lo que parece... Ya pasó, ya he dejado que se empañe la ilusión de que vivir es indoloro...) a la esperanza, avivada solo por la experiencia, en encontrar la luz al final del túnel ( Hermana duda, dame un respiro... lo llevo bien o, por lo menos, hago el intento... Y aunque parezca mentira tu corazón va a sanar y va a volver a quebrarse mientras le toque pulsar). No es mi disco favorito de Drexler, ni mucho menos, pero le agradeceré siempre la sorpresa. Una canción que nunca le he oído en directo y que, vía exploración en YouTube, tengo la impresión de que no toca nunca. Un tema que da otra vuelta de tuerca a la esperanza con la que termina el disco ( Tu corazón va a sanar) y se pregunta, más bien se propone, que no solo el corazón sane, sino que todo lo que lo ha herido sea la gasolina que lo alimente en un futuro (ojalá... cercano, quién sabe). Una ilusión descrita en Todas las horas, todos los besos / Cada recuerdo que fuimos echando en el fuego / Un día, tal vez, darán calor...

Con todos ustedes: El fuego y el combustible.


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