Revista Cultura y Ocio

El Jazz en Woody Allen

Por Terrakeo @zonadejazz

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El jazz es el único arte que va directamente al corazón”.  (Woody Allen) .

Escritor, guionista, director, actor, dramaturgo, comediante y clarinetista, pero Woody Allen también cumple un papel fundamental en la expansión y revalorización de la cultura del jazz.

“Se me había olvidado”, dijo en una ocasión en 1978, cuando no fue a recoger los cuatro premios Oscar (entre ellos, mejor película y mejor director) que había ganado con Annie Hall. Según él dio a conocer, se había quedando tocando el clarinete porque al día siguiente ofrecía su tradicional concierto junto a su banda “New Orleans Marching and Funeral Band” en Michael’s Pub de New York. Este es un claro ejemplo de cómo aprovecha cada situación para resaltar su pasión por el jazz.


No hace falta ir más lejos que analizar su nombre artístico para demostrar la influencia del jazz en él, adoptado por el clarinetista Woody Herman, o a través de sus propias hijastras, Bechet Dumaine por el clarinetista Sidney Bechet y Manzie Tio Allen, por Manzie Johnson y Lorenzo Tio, el percusionista en el grupo del propio Sidney Bechet, y quien fue su maestro, respectivamente.

“¿Mi epitafio? Era un músico malísimo, pero realmente amaba hacerlo”.

A sus quince años, Woody Allen comenzó a tocar el clarinete encerrado en su cuarto guiado por el clarinetista Gene Sedric, según relata junto a sus padres en el documental Wild Man Blues (Barbara Kopple, 1997).

“Gene Sedric era un clarinetista muy bueno. Le había visto tocar en la ciudad. Le pedí que viniera a casa. Venía desde Harlem y sólo me cobraba dos dólares por lección. No sabíamos leer música. Nos sentábamos en el salón e intentaba ayudarme como podía. Me ayudó mucho”.

Esta película, que toma prestado el nombre de la composición de jazz a veces atribuida a Jelly Roll Morton y otras veces a Louis Armstrong, documenta la vocación musical de Woody a través de la gira europea que realizó en 1996 con su New Orleans Jazz Band.

Con trombón, trompeta, batería, contrabajo, piano, banjo y clarinete, la banda intenta difundir el jazz de New Orleans, una versión más primitiva o “cruda” de la visión que tenemos hoy en día del jazz. “Hay algo en el jazz de New Orleans que me toca profundamente por alguna razón inexplicable.  Es como darse un baño de miel”.

 

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Woody Allen es consciente que no van a escucharlo tocar, sino que van a verlo a él, a idolatrarlo en su gran mayoría.

Con su clarinete, moviendo su cabeza de un lado a otro y marcando el tiempo con los pies, es de los pocos momentos en que se lo puede ver realmente expresivo e inquieto sin necesidad de recurrir al comportamiento hipocondríaco y alterado que caracteriza a sus personajes. “No hay nada entre tú y la emoción pura cuando estas tocando.  No hay ningún elemento cerebral de por medio”,  explica.

Pero más allá de sus constantes presentaciones como músico, su herramienta más importante de difusión del jazz es su trabajo, a través de sus películas. Donde se deja llevar por esa pasión y hace uso de todas las herramientas posibles para transmitir esa sensación que disfrutaba en su juventud.

“La parte más placentera cuando hago una película es el final, cuando tengo que agregar la música. Siempre filmo mis películas, las edito y cuando todo eso está listo, voy a mi habitación con todos mis discos (todavía conservo todos mis viejos LP), elijo la música y la voy poniendo en su lugar, y si algo no encaja, tomo otro disco y pruebo de nuevo”.

 

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“Yo realmente me crié en los principios de los años 40. Me levantaba por la mañana y mientras me vestía, o cuando cenaba, oía la radio. Y lo que oías por aquella época como parte de tu dieta diaria era Artie Shaw, Benny Goodman, Tommy Dorsey. Encendías la radio y oías a Billie Holliday cantando o a Louis Armstrong tocando. Así que para mí, aquella época fue tan fuerte y me causó tanta impresión, que la música que yo amo, es para mi gusto, el mejor periodo que ha tenido Estados Unidos musicalmente

 

Utilizando como recurso sus recuerdos y vivencias de la infancia nace su trabajo Radio Days  (1987).  Escrita, dirigida y narrada por él, la comedia recorre la vida diaria de la era dorada de la radio, en los años 40. Una secuencia de anécdotas de una familia judía típica y las estrellas de la radio, que son ambientadas con más de cuarenta canciones de la época, en su mayoría clásicos de jazz.

Se puede observar la intención de distinguir distintos tipos de anécdotas en la película, cada una de las cuales está acompañada musicalmente de tal forma que refuerce el sentimiento que quiere representar y su vez, facilite la forma en que el espectador se involucre con sus personajes y situaciones.

Predomina una mirada nostálgica y romantizada del pasado, que se ve enfatizada con una memorable versión de September Song, especialmente creada para la película. Esta canción es utilizada como introducción y cierre, a la vez que se narran los momentos más emocionantes. Otra situación donde esto se ve reflejado, es cuando el narrador recuerda su primera visita al Radio City Music Hall, y lo describe como “haber entrado al cielo”. Durante esta escena se puede disfrutar del tema interpretado por Frank Sinatra, “If You Are But a Dream”. También, hacia el final del filme, se ve a Diane Keaton cantando el temaYou’d Be So Nice to Come Home To en tono de retrospectiva.

 

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Para crear un mejor contexto temporal, Woody Allen refleja el impacto en la sociedad de lo que fue la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, empezando por la invasión a Pearl Harbor. En ese entorno de tristeza, utilizaI Don’t Want to Walk Without You interpretada por Mia Farrow desde su personaje. También recurre a otra canción, como es I’m Gettin’ Sentimental Over You, para resaltar esa sensación de desconsuelo, en este caso cuando uno de los personajes rememora la pérdida de su novio.

En cambio, en escenas como el nacimiento de la hermana del protagonista, donde predomina un clima alegre y festivo, no se puede pensar en una mejor opción que las canciones utilizadas, como son Take the A Train de Duke Ellington e In the Mood de Glen Miller.

En este trabajo, Woody Allen aprovecha la situación, para introducir algunos estándares de jazz como Body and Soul”, “Night and Day” o “Just One of Those Things como música de baile en el King Cole Room, donde se puede ver la participación en algunas escenas de Tito Puente, el mayor referente del jazz latino.

“Soy un gran creyente de la música en las películas. Cubren una gran cantidad de pecados. He notado que hay escenas filmadas que se mueren, pero que con el agregado de una pieza musical simplemente funcionan. Es una gran sensación” .


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