Pisístrato se inició como tirano y acabó sus días como hombre justo. Dicen los cronistas que a él se debe la recopilación y conservación de los poemas homéricos. En una ocasión, su mujer, molesta porque un joven tuvo la osadía de besar a su hija en público, le rogó que le diera muerte, a lo que el ateniense contestó: ¿Cómo me pides que arrebate la vida a alguien cuyo delito es amar a nuestra hija? ¿Qué tendría que hacer entonces con quien la odiara?".