Cuando odiamos es porqué tenemos miedo y eso, disminuye sin remedio todo nuestro ser, achicando nuestra autoestima y mermando nuestra capacidad de ser felices.
Así que, no se me ocurre mejor manera de empezar este año que perdonando, el primero a mi mismo, sólo de esta manera seré capaz de condonar a los demás.
Creo que perdonar no es olvidar, sino cambiar la perspectiva del acontecimiento que me causo dolor.
Convencido, esto refleja inteligencia, por ello, nadie puede arrebatarme mi felicidad ni las ganas de vivir que tengo, así que pretendo que este quiste no se encostre más dentro de mí, y no se instale por mas tiempo, ya fue suficiente!
El odio permanente me envejece, amén de otros males que de persistir en esta actitud, florecerán tarde o temprano, además me genera una adicción que me lleva a ejercer una personalidad que no es la que quiero, igualmente, me priva del gozo de la libertad de mi mismo y me lleva a ser esclavo de esta triste realidad.
La acumulación de resentimiento, me doy cuenta, que es una carga demasiado pesada, que lejos de menguar crece sin sentido alguno. Se nutre de si misma y poco a poco se apodera de mi consciencia, adquiriendo más protagonismo del que se merece.
Odiar es un despilfarro del corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro.
Estoy convencido que el odio es un “homenaje gratuito” que hacemos, a quién nos ha causado un gran mal.
Ahora estoy al mando de Mi Camino de Vida, así que como capitán de mi propio barco, puedo tomar decisiones con valentía, siendo consciente del rumbo al que quiero llegar,
Es un perdón sincero y reflexionado, fruto de una actitud de cambio.
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