Revista Religión

El premio a la virtud

Por Cristina Rubio @crisrubse
Bienvenid@s a este espacio que es el vuestro. Para comenzar me gustaría compartir este bonito cuento de la escritora española Fernán Caballero.
El premio a la virtud
Una reina buena y virtuosa estableció un premio para aquel que en el año transcurrido, hubiese hecho la mayor obra de caridad, pensando, con razón, que ésta era una enseñanza al alcance de todas las inteligencias.
Se presentaron varios candidatos.
Uno dijo que había labrado, en su pueblo, un hermoso hospital para los pobres.
Otro dijo que había costeado, a sus expensas, un cementerio en su pueblo.
Una mujer dijo que había recogido a una niña huérfana que se moría de hambre, y la había criado, dándole lugar de hija.
Celebró grandemente la reina estas dignas obras de caridad, cuando se oyó como un tropel entre las gentes, que se desviaban dando paso a un niño más bello que el sol. Arrastraba tras sí a una vieja estropajosa que hacía cuanto podía por deshacerse y huir de aquel lugar tan concurrido.
-¿Qué quiere este bello niño?- Preguntó la reina, que no cerraba sus oídos, que eran más de madre que de soberana, a ninguno que desease hablarle.
-Quiero- dijo el niño con mucha dignidad y dulzura- traer a vuestra majestad a la que ha ganado el santo premio que habéis instituido para la mayor obra de caridad.
-¿Y quién es?- preguntó la reina.
-Esta pobre anciana- contestó el niño.
-¡Señora!- clamó la pobre vieja, toda confusa y turbada-. Nada he hecho, nada puedo hacer; soy una infeliz que vivo de la bolsa de Dios.
-Y, no obstante- dijo el niño con voz grave-, has merecido el premio.
-¿Pues qué ha hecho?- preguntó la noble reina, que, ante todo quería ser justa.
-Me ha dado un pedazo de pan-dijo el niño.
-¡Ya veis, un mendrugo de pan!
-Sí - repuso el niño-; pero estábamos solos y era el único que tenía.
La reina alargó, conmovida, el premio a la buena pordiosera, y el niño, que era el Niño Dios, se elevó a las alturas, bendiciendo a la gran reina que daba premios a la virtud y a la buena y humilde mujer que lo había merecido.

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