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El pueblo catalán abducido por un micro-nacionalismo histérico y hostil

Publicado el 21 julio 2010 por Peterpank @castguer
No se puede entender el Comunismo sin conocer la Agenda del Judaísmo Internacional. El comunismo fue “internacionalista” mientras al “ala izquierda” del Judaísmo le convenía que así fuera. La Revolución de Octubre fue un Golpe de Estado inconfundiblemente judío. Simplemente observando las estadísticas de cabecillas y comisarios soviéticos se advierte la desproporcionada cantidad de personas de este origen, lo cual verifica la hipótesis de una maniobra judía para derrocar a los Zares (muy hostiles con la minoría judía y reacias a establecer un Banco Central como patrocinaban los ingleses) y descabezar al pueblo ruso colocando a sus propios cuadros como dirigentes.
   Luego Stalin “rusificó” en parte la Revolución, dándole una impronta “nacionalista”, pero sin poder anular, ni mucho menos, el número y la influencia judía en la nomenclatura soviética. Esta influencia, y su entramado internacional, fue vital en la victoria rusa sobre Alemania, en la obtención de la bomba atómica, en la permanente transferencia de tecnología occidental, así como en el permanente auxilio financiero que Wall Street facilitó para sostener contranatura el régimen de los soviets, a cambio de suculentas ganancias a cuenta del sufrido pueblo ruso.
   Al margen de este factor, y de la multitud de bestialidades cometidas por el Pepe, el progreso material y la universalización del trabajo, de la sanidad y de la educación en la Rusia de Stalin es incuestionable. Digamos que durante Stalin hubieron tablas entre el nacionalismo ruso y el nacionalismo secreto judío. Pero los judíos siempre estuvieron sobre-representados en el Partido, el Gobierno y los Servicios Secretos del Estado soviético y constituían más de un 50% de los escalones superiores de la Checa, la GPU, el NKVD, y posteriormente el KGB.
   La cúpula internacional secreta del judaísmo, con poderosísimas influencias a ambos lados del Telón de Acero (de humo), fue la que decidió y orquestó el desmantelamiento de la URSS cuando el poder del Dinero Judío ya era omnímodo en Occidente y tocaba el turno a la Globalización, que es el paso previo al Gobierno Mundial explícito. Los camaradas-compañeros eran utilizados convenientemente, pero su caballito ganador era la Usura, expandida mediante los mecanismos del Sistema Financiero Internacional y sus armas de conquista masiva: el Dóllar Satndard y la Deuda. Todos estos procesos son funcionales a los avatares del Sionismo Político (Israel) y su proyecto mesiánico.
   El Internacionalismo del Comunismo, (como toda doctrina de origen judío para consumo de no judíos), es incuestionable, y la vertiente Trotskysta es la perfecta manifestación de esto. Cuando la Madre Patria soviética se disuelve, dicho Internacionalismo queda seriamente “tocado”, por falta de apoyo se cortan las líneas de suministro y se desactiva buena parte del aparato global, y es entonces cuando buena parte de las organizaciones comunistas (a excepción de los Trotskystas) comienzan a volverse Nacionalistas ya que estiman imposible, en el corto plazo, la Revolución Mundial, por lo que se conforman con el ámbito local. El caso de China es especial y supera este pequeño análisis.
Los trotskistas occidentales se mantienen a distancia de sus otros compañeros; sabotean la revolución local en nombre de la "revolución mundial"; son antipatrióticos, antinacionalistas, incapaces de atraer a las masas, y relacionados estrechamente con círculos nacionalistas judíos. Sus consignas apuntan exclusivamente a las minorías; piensan en gays e inmigrantes, en judíos y padres únicos; pero la mayoría de la gente no les interesa. Esta atracción explícita y obsesiva hacia las minorías es una tendencia no- comunista, incluso anticomunista. El comunismo, en su formulación ideal, está a favor de la mayoría contra la minoría; por el desposeimiento de la minoría en nombre de la mayoría. De cierto modo, el comunismo es cristianismo mutilado por la Navaja de Occam. San Pablo desposeyó a los judíos y entregó su tesoro espiritual a la mayoría, a toda la humanidad. Marx, con su teoría, intentaba desposeer a los capitalistas y entregar sus tesoros materiales a la mayoría.
La ofensiva de los últimos años del frente nacionalista-independentista catalán (por derecha y por izquierda) invoca y moviliza los sentimientos patrio-catalanistas pero en el fondo se trata de un asunto mucho más prosaico: dinero. La Alta Burguesía Catalana sabe que la quiebra de España es un hecho consumado, y si bien se desconocen cuales serán las consecuencias concretas, simplemente se está posicionando convenientemente ante este escenario, sin descartar el escenario independentista.
La “izquierda” catalana en todas sus variantes, no es más que un peón, como siempre, están siendo hábilmente utilizados por el Gran Oriente al servicio del Gran Capital para socavar la unidad de resistencia de todos los pueblos de España. Los tontos útiles parecen no darse cuenta que le están siguiendo el juego a la Alta Burguesía Catalana, una minoría sectaria y muy poderosa, criptojudía, perfectamente acoplada al esquema de poder internacional del Capital. Reconociendo su particularismo, y con gran respeto hacia las inequívocas señas de identidad del pueblo catalán, creo han sido abducidos por un micro-nacionalismo histérico y hostil que tiene las patas muy cortitas y que está siendo utilizado por engranajes muy poderosos.
Cosas veredes amigo Sancho…
C. de S.G.

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