Revista Cultura y Ocio
DEFENSA DEL ÁRBOL Por qué te entregas a esa piedra Niño de ojos almendrados Con el impuro pensamiento De derramarla contra el árbol. Quien no hace nunca daño a nadie No se merece tan mal trato. Ya sea sauce pensativo Ya melancólico naranjo Debe ser siempre por el hombre Bien distinguido y respetado: Niño perverso que lo hiera Hiere a su padre y a su hermano.
Nunca traigo poesía, así que me he dicho que sería buena idea hacer un viernes de poesía. Hoy traigo a mi estantería virtual, El último apaga la luz.
Nos dejaba hace unos días el gran Nicanor Parra y me he dado cuenta de que mucha gente le conocía de nombre, pero apenas de haberlo leído.Un martes de enero con 103 años nos dejaba este gran poeta que renegaba de reglas; incluso, de las de la propia poesía. Quizás por eso publicó allá por los años cincuenta un libro titulado Poemas y antipoemas. Con eso dejaba claro el placer por romper las reglas establecidas y después, poco a poco, fueron llegando los premios, aunque él no era partidario de las ceremonias e incluso dejara de acudir a más de una entrega.
En este libro van mezcladas muchas de sus obras, de tal modo que quien sea ajeno a sus letras, encontrará una buenísima selección y guía para descubrir al llamado antipoeta. Verá entonces no solo la evolución, como se dice siempre de cualquier escritor con una dilatada carrera, sino también sus revisiones y temas recurrentes. Descubrirá que frente al absurdo está la coherencia y frente a la muerte, una sonrisa. Y es que, es muy difícil hacer poesía. Y Nicanor Parra fue poeta, de esos que hacen lectores fieles y que en este libro encontrarán inéditos para su gozo y alegría al tropezarse, por ejemplo, con "Quédate con tu Borges". Pero más allá de todo eso, la poesía de Parra es fácil, accesible e incluso divertida. Recuerdo un discurso de sobremesa convertido en un elogio a escritores, y también un poema que decía Hoy es un día azul de primavera/creo que moriré de poesía/de esa famosa joven melancólica/no recuerdo ni el nombre que tenía. Y es que sus poemas también hablaban de poesía. Y, aunque no fuera en un día azul de primavera, a mi me gusta pensar que quizás, el antipoeta que aún guardaba cuadernos sin mostrar, sí que murió de poesía.
Hoy recomiendo El último apaga la luz. A los aficionados y también o, sobre todo, a quienes se aburren con los poemas y la métrica precisa, a quienes dicen que siempre son iguales y tratan de lo mismo y por eso se consideran incapaces de ponerse ante un libro que sea una sucesión de poemas. Ahora que nos ha dejado el autor, y lo hizo despidiéndose indiferente, casi a la flamenca en el último de sus títulos, solo me queda decir: lean, lean a Nicanor Parra.
Y vosotros, ¿sois lectores de poesía?
Gracias.