Revista Arte

Elegía de las segundas partes

Por Felipe Santos
Elegía de las segundas partes

Markus Kinterhauser, el director del festival, decidió que el Mozart operístico de esta edición debía ser una revisión de una producción de Die Zauberflöte estrenada en 2018 por la directora de escena estadounidense Lydia Steier. El último fue el brillante Così fan tutte de Christof Loy estrenado hace dos festivales. Así que este segundo intento se enfrentaba con un desafío no menor.

En las páginas del programa, Lydia Steier confesaba que la idea central de la dramaturgia surgió de la película La princesa prometida (Rob Reiner, 1987) y de la figura del abuelo, que lleva la narración a través del cuento que lee a su nieto. Esta narración será la que utilice aquí para sustituir los recitativos y que sean sus tres nietos los que se inmiscuyan en la trama, como ocurre en el original de Schikaneder.

La idea resulta muy atractiva, pero adolece de una cuestión central: la narración del abuelo monta en muchas ocasiones la música que viene del foso, convirtiéndola en incidental. Y este tratamiento no cabe en una ópera, donde cada pasaje es más una música diegética, que interviene y forma parte de la trama, que extradiegética, concebida estrictamente para acompañar lo visual. La voz de Roland Koch, que además está amplificada, monta también las voces de los otros personajes en el intercambio y desluce el concepto trazado desde el comienzo. Haría bien Lydia Steier en corregir este problema si se decidiera a darle a esta producción una tercera oportunidad. La casa donde transcurre la narración está montado sobre un escenario giratorio que aprovecha las dos alturas y recuerda el ambiente de Mary Poppins o Las crónicas de Narnia.

El elenco musical resultó irregular y con grandes diferencias de nivel. Sobresalió la Pamina de Regula Mühlemann, soprano de timbre brillante y voz homogénea, y los tres niños, pertenecientes a los Niños Cantores de Viena: voces blancas, con excelentes agudos y redondez sonora. Estos papeles, bien cantados, añaden otra dimensión a esta ópera y les da un inusitado protagonismo. Resultaron correctos el Papageno y la Papageno de Michael Nagl y Maria Nazarova, y el Sarastro de Tareq Nazmi. La Reina de la Noche de Brenda Rae mostró carencias en las agilidades y el Tamino de Mauro Peter no tuvo la consistencia necesaria en la línea de canto. Joana Mallwitz dirigió todo el conjunto con solidez y un sonido muy bien trabajado, aunque se echó de menos un poco más de chispa y expresividad en los tempi elegidos. Después de este Die Zauberflöte cabría preguntarse si Mozart no merece más ambición en el festival de su ciudad.

Fotos: © SF / Sandra Then

Elegía de las segundas partes
Elegía de las segundas partes

Publicado por Felipe Santos

Elegía de las segundas partes

Felipe Santos (Barcelona, 1970) es periodista. Escribe sobre música, teatro y literatura para varias publicaciones culturales. Gran parte de sus colaboraciones pueden encontrarse en el blog "El último remolino". Ver todas las entradas de Felipe Santos


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