Revista Educación

“Erase”

Por Siempreenmedio @Siempreblog
“Erase”

Cuando intento reconstruir en mi cabeza los retazos del libro que acabo de leer sobre Pío del Río Hortega se mezclan muchas sensaciones. La sensación predominante es la de algo difuminado. No su obra, no. Eso ha quedado plasmado, aunque no lo suficientemente ensalzado, como debería haber sido. Lo que queda difuminado es su vida personal.

Muchos dirán que para qué es necesario que la vida de un científico, la personal, quede explícitamente narrada. Pero luego vemos vidas de científicos explicadas al detalle. (No así las de las mujeres. De ellas, de las científicas, hay mucha menos información, tanto de sus logros como de sus vidas, a no ser que fuese algún detalle escabroso o se tratase de Marie Curie -que con dos premios Nobel no dejaba a nadie indiferente-).

Pío del Río Hortega fue un científico homosexual que no ocultó su relación de pareja con Nicolás Gómez del Moral. Y fíjense, tengo el libro a mano y no he tenido que recurrir a él para recordar el nombre de su pareja, el nombre de Nicolás, que retumba en mi cabeza como un eco. Él, que escribió consternado a las hermanas de Pío cuando este falleció de cáncer en el exilio argentino en 1945. Nicolás Gómez del Moral.

La obra de Pío del Río fue brillante, pero como dice Elena Lázaro, autora de " Un científico en el armario " (Nextdoor Publishers, 2020), "Pío del Río Hortega no vivió en el armario: a Pío del Río Hortega lo encerraron en él después de su muerte". Y yo solo puedo pensar en Nicolás y en la palabra "Erase", la que me aparecía en las grabadoras antiguas cuando querías borrar un archivo. Intermitente, con una señal de alerta, te avisaba y tenías que elegir la "Y" (yes) o la "N" (no)... Alguien, un día, seleccionó la "Y". Nicolás es una sombra. Pero no han conseguido que los olvidemos y hoy están más vivos que nunca.

Porque hay cosas que se pueden difuminar, emborronar, manchar... pero no se pueden borrar. Gracias, Elena, por reconstruir en este libro los retazos de una historia que duele, pero que es hermosa más allá de su relevancia científica, más allá de su denuncia, más allá de su actualidad.

Gracias, Elena Lázaro.


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